La aclamada película de Jane Campion parte de conceptos sencillos para tejer una trama familiar llena de metáforas y en donde nada es lo que parece ser. El arranque se plantea en una clásica dicotomía entre barbarie frente a la educación, dos conceptos que han movido y siguen moviendo el mundo; al igual que mitos como el bueno y el malo, Caín y Abel o Rómulo y Remo.
Pero efectivamente lo que se propone en el inicio (con una frase que da sentido a toda la película y explica el final) va variando a medida que se desarrolla este aparente Western que deriva en melodrama. El vaquero clásico no es tan macho como se muestra. El pusilánime chico no es tan bondadoso e inocente como parece. La madre coraje no es tan protectora como se esperaba. Y el hermano educado es incapaz de resolver el conflicto.
De esta forma, Campion ofrece poco a poco una obra oscura, tenebrosa, enfermiza, abstracta por momentos. Eso sí, está ambientada en unos tiempos (estado de Montana, en 1925) que están cambiando, con la llegada de la modernidad y sus lujos a un lugar donde sigue presente la brutalidad, la misoginia, la homofobia y los celos.
Todo esto, que es loable, a quien le escribe no le permite conectar, quizás porque trabaja conceptos, simbolismos y metáforas demasiados evidentes y simples. Por ello, la película no funciona como, digamos, espectáculo, ni tampoco como reflexión social.
Australia. 2021. Directora: Jane Campion. Reparto: Benedict Cumberbatch, Jesse Plemons, Kirsten Dunst, Kodi Smit-McPhee