El fenómeno de los meses asiáticos del Camino: «Aluciné con poder ver las estrellas en un cielo despejado»

Uxía Carrera Fernández
UXÍA CARRERA SARRIA / LA VOZ

LUGO

De izquierda a derecha, Lee, Vival y Shin, dos surcoreanos y un indio que pasaron la noche en Sarria
De izquierda a derecha, Lee, Vival y Shin, dos surcoreanos y un indio que pasaron la noche en Sarria U.C.

Los peregrinos del continente oriental copan los albergues de Lugo en los meses de invierno buscando más tranquilidad

15 ene 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

Miles de personas de todo el mundo realizan cada año el Camino, desde países remotos a Santiago como Botsuana, Laos o las Bahamas, hasta cada uno de los europeos. Aunque los países vecinos son los que más peregrinos traen a Galicia, durante una parte del año los que se hacen con la ruta son los asiáticos. Después de la temporada alta, los albergueros del Camino Francés en Lugo ya tildan como «los meses asiáticos» a los de otoño e invierno.

Coreanos, taiwaneses y japoneses encabezan la lista de países asiáticos que más peregrinan hasta Compostela. Muchos de ellos escogen el Camino Francés por ser el más conocido, que transcurre desde O Cebreiro a Palas de Rei. El número de caminantes asiáticos repuntó en los últimos años. Por ejemplo, los coreanos que consiguieron la compostela fueron 4.534, y en el 2019 subieron hasta los 8.224. Además, analizando los datos por meses, en verano, que es cuando más peregrinos hacen el Camino, son precisamente los meses con menos asiáticos. Este 2022, en julio fueron 833 caminantes, a partir de septiembre las cifras suben hasta los 2.249.

Cuando los albergues lucenses empiezan a cerrar tras la temporada alta, los que quedan abiertos se mantienen con reservas mayoritariamente de personas de este continente. Estos peregrinos son visitantes con «capacidade económica alta» que recurren a pisos turísticos u hoteles pero que también llenan los albergues. «Falan entre eles para indicarse que servizos están aínda abertos», explica el presidente de la asociación de Amigos do Camiño na Comarca de Sarria, Jorge López.

Las historias detrás de las cifras: Vival, Lee y Shin

Tres de los cientos de peregrinos del continente asiático que este enero están haciendo el Camino Francés son Vival, de la India, Lee y Shin, de Corea del Sur. Los tres jóvenes pasaron la noche este viernes en el albergue Oasis, en Sarria.

Para Vival es ya la segunda vez que hace el Camino. «El primero lo hice porque me lo propuso y enseñó mi novia, fuimos hasta Finisterre y fue increíble», asegura. El indio de 33 años es deportista y practica escalada. «Estaba escalando una montaña en Argentina y me pareció buena idea volver a peregrinar hasta Santiago», cuenta. En parte, para ejercitarse, ganar músculo y perder algo de peso, y además, para disfrutar de la tranquilidad. Las dos veces que hizo la ruta la hizo en diciembre y enero. Explica que escogió el invierno porque es cuando tiene vacaciones y también porque hay mucha menos gente.

«Estar caminando horas, con montañas a un lado y un prado enorme al otro, tú solo, es la experiencia más espiritual que he tenido», asegura. Aunque no todo es idílico, ya que los achaques de caminar le provocaron numerosas heridas: «Por Pamplona estaba muy mal, tardé dos horas en hacer dos kilómetros de lo que me dolían los pies». Pero frente a las heridas, está la satisfacción de haberse superado.

Para Lee y Shin, dos amigos surcoreanos, es la primera vez peregrinando desde León hasta Santiago. El Camino y sobre todo Santiago de Compostela es un fenómeno cada vez más extendido en su país, por libros, guías y también vídeos de Youtube creados por surcoreanos contando su experiencia. Precisamente a través de esta última plataforma fue por donde descubrieron la ruta. Shin acaba de terminar su formación militar y Lee está disfrutando de las vacaciones de invierno, así que por eso decidieron peregrinar este mes.

Son los primeros de sus amigos que se animan a hacer la ruta y la decisión ha sido un éxito. Por una parte, por el paisaje: «Aluciné con poder ver las estrellas de noche en O Cebreiro, en Corea es imposible porque las luces no dejan verlo». Y por otra, por el «relax» de caminar entre la naturaleza.