Hay que alegrarse, cada día nos acercamos más a Santiago por autovía; ya tenemos un nuevo tramo que nos conecta con la capital gallega en menos tiempo. Tampoco es para tanto, serán diez minutos, pero menos da una piedra.
La famosa A-54 reunió el lunes a varias autoridades, nacionales y autonómicas, para inaugurar la enorme cantidad de 11,7 kilómetros. Y así llevamos, a cachitos, haciendo esta carretera que se comenzó, sin prisa, hace unos treinta años, allá por 1999, cuando se inauguraba el primer tramo, por decir algo, eso sí, lleno de la parafernalia politiquera. Y así nos fuimos acostumbrando, a celebrar el ridículo avanzando como casi todo en Galicia, a cuentagotas.
Pocos años después de la inauguración del primer tramito, el entonces ministro del ramo, el «popular» Íñigo de la Serna, fijaba el final de la A-54 para finales de 2021. Ciertamente no estuvo acertado el bueno del ministro, pero a su favor hay que decir que anduvo rondando la fecha definitiva de tan magna obra sí remata, como aventuró el ministro Óscar Puente a principios de esta semana, a finales de 2025.
Es cierto, y hay que reconocerlo, que la orografía gallega no es favorable a la rapidez, lo que implica además una fuerte inversión. Dice el tango que veinte años no es nada pero hombre, treinta ya empiezan a ser mucho si se tiene en cuenta la rapidez con que se construyeron otras autovías en comunidades como Cataluña, Andalucía, Comunidad Valenciana, o País Vasco, obras enfocadas sobre todo a ofrecer comodidades al turismo. Habrá que esperar, pues, que se cumplan las previsiones y podamos disfrutar de la A-54 al completo en 2025. Así sea.