El butanero que se retira después de 50 años repartiendo por la montaña de Lugo: «Recordo cando as bombonas valían menos dun euro e se pedían por carta»

P. ÁLVAREZ / M. FERNÁNDEZ A FONSAGRADA / LA VOZ

LUGO

Pedro se sumergió en el oficio con 13 años, cuando empezó a ayudar a su padre
Pedro se sumergió en el oficio con 13 años, cuando empezó a ayudar a su padre MANUEL FERNÁNDEZ

Pedro Viadé se retira después de más de medio siglo en un oficio heredado de su padre, que fue pionero en la introducción del butano en las aldeas de A Fonsagrada. «Levou cociñas a unha aldea onde aínda non chegaran os coches», recuerda el butanero

26 mar 2025 . Actualizado a las 16:42 h.

Pedro Viadé, nacido en A Fonsagrada, puede presumir de llevar más de medio siglo surtiendo bombonas a los vecinos de la montaña lucense. Pero su oficio y el aterrizaje en él no se entiende sin referirse a su padre, también Pedro, que fue pionero en la introducción de cocinas de butano allá por los años 60, cuando algo que ahora suena tan primordial resultaba completamente desconocido. El germen de toda esta historia radica en la necesidad y en las ansias por buscarse la vida, pues el abuelo de los Viadé, que era catalán, montó en el concello fonsagradino un pequeño estanco que después cambiaría de generación y diversificaría sus servicios hasta convertirse en referente en el reparto de butano en la provincia de Lugo. 

El padre de Pedro Viadé, que falleció hace años, volvió de la mili y se introdujo en el mundo del transporte. Eso lo llevó a relacionarse y a conocer gente, pero también a darse cuenta de que la venta de butano era un importante nicho de mercado todavía sin explotar, especialmente en las aldeas. Hablamos de los años 50, de una época en la que lo común eran las tradicionales lareiras, tanto para cocinar como para calentar las casas, y las cocinas de butano se introducían muy tímidamente. De hecho, cuenta quien lo recuerda que durante varios años convivieron con las lareiras. 

«As primeiras bombonas que recibiu meu pai chegaron á Fonsagrada no coche de liña»

Explica Pedro que este tipo de cocinas que funcionan con gas empezaron a llegar en el año 1955, y su padre recibió la concesión para disponer de un punto de venta en el 1965. «Foi el quen abriu o mercado. As primeiras bombonas que recibiu chegaron á Fonsagrada no coche de liña», puntualiza. Y es que muchas de las aldeas a las que llegaron los Viadé todavía no tenían ni una sola pisada de vehículos: «Un día foi levar unha cociña a unha casa onde aínda non chegaran os coches —recuerda emocionado— e para axudarlle a saír tiveron que xuncir unhas vacas que o empurrasen». 

Repartía hasta en concellos de la provincia de Asturias
Repartía hasta en concellos de la provincia de Asturias MANUEL FERNÁNDEZ

Pedro empezó con 13 años

Las circunstancias de la vida llevaron a este butanero que ahora se retira a echarle un cable a su padre con tan solo 13 años. Fueron esos los comienzos de un oficio que lo acompañó durante toda su vida profesional, pero adentrándose también en la personal, porque no hay duda de que 52 años dan para mucho. «Moitas veces intentas dar o servizo máis aló da recompensa económica, polo cariño e o aprecio aos clientes», asegura Pedro. Al principio su padre, con él como acompañante, repartía en una furgoneta «dos caballos», después pasó a un Land Rober, recuerda, y finalmente se hicieron con un camión para surtir las bombonas. 

 También había mucha gente, asegura, que se acercaba hasta el concello los días de feria «e traían as bombonas nos remolques, entre o gando». Pero en las últimas décadas aumentó el consumo de butano y, por tanto, la demanda de bombonas, convirtiéndose el reparto aldea a aldea, casa a casa, en obligatorio. «Agora case todo o mundo ten butano, e xa contan co día que vai chegar o reparto», señala.

Este butanero, que últimamente asumía el trabajo él solo, guarda un calendario con las rutas marcadas por los diferentes pueblos a lo largo del mes. Porque la empresa de Viadé cubría con el reparto de butano las aldeas de A Fonsagrada, pero también otros concellos como Negueira de Muñiz, Navia de Suarna, Santa Eulalia de Oscos o Ibias. Además, Pedro se retiró del reparto, pero por el momento siguen teniendo punto de venta en el estanco Casa Peré, que funcionó siempre como la sede de esta pequeña empresa familiar. 

«As bombonas pedíanse por carta e valían 122 pesetas, menos dun euro»

El trabajo y la forma de gestionarlo cambiaron notablemente con el paso de los años. Y recuerdos no le faltan a este butanero, uno de los más veteranos de la provincia, que echa la vista atrás constantemente, con tanto orgullo como nostalgia.

«Ao principio non se ía con frecuencia ás aldeas porque non había tanta demanda, ten en conta que empezaban a chegar as cociñas de butano. Entón o que faciamos era deixar as bombonas nas tabernas, e os clientes acudían alí por elas», explica Pedro. Además, los clientes conocían las rutas y acercaban las bombonas a las carreteras principales como buenamente podían, «en burros ou cabalos». Los pedidos llegaban por carta, dice, y todavía guarda alguna de recuerdo. En ellas se visualizan los precios por aquel entonces, que rondaban las 122 pesetas. «Valían menos dun euro», abunda el butanero.

Fue cuando empezó a aumentar la demanda el punto de inflexión para acercarse particularmente a cada vivienda. Se trata de un servicio imprescindible, destaca, pero que también se ve afectado por la constante pérdida de población. «Segue habendo demanda, pero é certo que cada vez queda menos xente», señala. 

La falta de relevo

Pedro no es el único que se retira del oficio. Al mismo tiempo lo hicieron, o están a punto de hacerlo, compañeros de los municipios de Becerreá, Castroverde, A Pobra de San Xiao, Quiroga y Sarria. Todos ellos se agrupaban bajo la firma Gas Montaña Lucense, que era la distribuidora de butano para Repsol en estas localidades.

Pero dada la falta de relevo generacional, la empresa Combustibles Lucenses se hizo a principios del pasado año con esta marca y se encarga ahora del reparto por todas las aldeas de la montaña de Lugo.