Sorprende este Ayuntamiento de Lugo, del que se puede decir que las desgracias nunca vienen solas, y nunca mejor dicho visto lo acontecido en los últimos tiempos. La cosa empezó siendo alcalde Orozco, al que repudiaron sus socios anteriores, lo que le obligó a dimitir. Llegó luego Lara Méndez que dejó a su grupo tal cual vino. Bueno, tanto no, pero vamos, que los dejó colgados.
Con su sustitución comenzaron los problemas sanitarios. Miguel Fernández, al que en teoría le correspondería sustituirla, tuvo que ceder el puesto a Paula Alvarellos; quizá como consecuencia o afectado por el desprecio, cayó enfermo y se cogió una baja que lo tuvo aislado del consistorio una buena temporada. No quedó ahí la cosa, porque al edil Pablo Permuy le detectan una enfermedad que lo tuvo inactivo hasta hace poco. Al poco de reintegrarse a su puesto, al igual que Fernández, se produce el triste suceso del fallecimiento de la alcaldesa, lo que obliga a ambos a hacerse cargo, además de las suyas, de otras tareas que llevaba a cabo la alcaldesa.
Hete aquí que tras esos dimes y diretes que se dan en los partidos cuando hay que elegir a un miembro para ocupar un puesto de responsabilidad, sale como alcalde Miguel Fernández al tiempo que el concejal Mauricio Repetto, que también optaba a la alcaldía, se da de baja por enfermedad y Permuy decide cogerse un mes de vacaciones, quizá abrumado por el trabajo que se le viene encima tras la acumulación de funciones.
Ante todo ello, solo veo una solución: contratar a un chamán que les haga un conjuro y les quite el mal de ojo, porque lo sucedido no me parece muy normal.