
Mi hermano falleció el pasado 5 de mayo a causa de un tumor de garganta que lo obligó a enfrentarse a repetidos ingresos en el Hospital Universitario Lucus Augusti. Una pérdida es dura, recuperarse de un duelo también lo es y escribir esto tampoco ha sido sencillo. Pero, a pesar de la desgracia de tener que despedirse de él, no puedo no destacar el trato que recibió por parte de los grandes profesionales con los que contamos en el hospital de nuestra ciudad durante todos estos meses.
Tengo que decir que para mí la atención en el HULA siempre ha sido excelente, pero no fue hasta que le tocó a mi hermano pasar por varias plantas a raíz de la enfermedad cuando fui consciente de la implicación, el cariño y la profesionalidad de todos y cada uno de los trabajadores. El comportamiento ha sido admirable, pero no solo con él sino también conmigo, así que espero que estas letras puedan servir simplemente como un pequeño agradecimiento por su trabajo, aunque es difícil reflejar por escrito lo bien que se portaron con nosotros.
El trato que tuvo en sus últimos días en la Unidad de Cuidados Paliativos fue impresionante, tampoco quiero olvidarme de agradecer a la doctora Goás, a Arantxa, al doctor Rossi y a la doctora Marta Covela. A algunos de ellos ya les di las gracias personalmente.
Fueron muchas noches las que pasé en el hospital, pero el apoyo de cada uno de los equipos hizo un poquito más sencilla esa estancia tan dura. Me dejaban mantas, sábanas, me ofrecían algo caliente o me intentaban tranquilizar cuando me notaban más nerviosa. Aunque tú sabes que se va a ir y reconozcas que es lo mejor que le puede pasar, porque ves a alguien que quieres sufrir día tras día, es duro. Así que tener a alguien al lado que además de cuidar al paciente, cuida de ti, de su familia, ayuda, y mucho. Así que gracias. Gracias por el apoyo y por la comprensión. Porque además de excelentes profesionales y de la vocación que proferís por vuestra profesión, os diferencia un trato cercano, una humanidad y una empatía como pocas.