Iván tiene síndrome de Asperger: «De niño sacaba muy buenas y muy malas notas en la misma asignatura y pensaban que era porque me portaba mal»

Lucía Blanco
Lucía Blanco LUGO / LA VOZ

LUGO

Iván es el portavoz de la directiva de Raiolas y defiende más autorepresentación para el colectivo.
Iván es el portavoz de la directiva de Raiolas y defiende más autorepresentación para el colectivo. manuel guede

La asociación Raiolas de Lugo ha incorporado por primera vez a una persona con autismo a su junta directiva: «Me sentía muy diferente por mi manera de pensar. Recibí el diagnóstico de adulto y para mí supuso una liberación», cuenta

05 nov 2025 . Actualizado a las 10:37 h.

Cuando Iván Pérez nació, el síndrome de Asperger —que ahora está incluido dentro del espectro autista— aún no había sido reconocido por la comunidad científica. «De pequeño me sentía muy diferente por mi manera de pensar. Me vieron psicólogos, psicopedagogos, psicoterapeutas... Estuve sin diagnóstico muchísimo tiempo porque no estaba dentro de los criterios médicos». De hecho, pudo ponerle por fin una etiqueta cuando era adulto: «Para mí supuso una liberación, era como tener un manual».

Es el actual vocal y portavoz de la renovada junta directiva de la asociación Raiolas, que por primera vez en sus 25 años de vida cuenta con una persona con autismo en la junta. «Yo soy usuario desde hace unos cuatro años. Todo se hacía con los padres y ahí me di cuenta que faltaba algo. No tienen que sustituir a sus hijos, tienen que apoyar y ayudar. Somos un colectivo que necesitamos autorepresentarnos», dice.

Ejemplifica lo que muchos clasificarían como un «caso de éxito». «Yo he hecho un progreso enorme, pero hay tantas áreas de mi vida que me hubiera gustado desarrollar, como fundar mi propia familia. Mi madre siempre dice que tuve suerte de haber avanzado». Lo logró, en parte, gracias a su ayuda y a la de sus dos hermanas mayores. «El otro día hablaba con ellas sobre qué pensaban cuando de niño me daban las crisis y lo interpretaban como que era egoísta, porque no sabíamos qué tenía. He tenido la suerte de contar con su apoyo y he podido evolucionar».

Su etapa escolar fue complicada. Lo adelantaron un curso después de haber repetido un año. «En una misma asignatura sacaba muy malas notas y muy buenas y la interpretación de los demás era que me estaba portando muy mal. Mis profesores me decían que mis notas eran como una gráfica, pero porque tenía una dificultad y no estaba adaptado para mí».

Dificultades en el colegio

Más allá de los resultados académicos, no siempre era sencillo interactuar con sus compañeros: «He sido muy sociable, pero con otras personas he tenido dificultades y sufrí acoso escolar». Así que cuando le tocó adentrarse en el mundo laboral lo hizo con cierto respeto. «Trabajo para una empresa americana y en un primer momento pensé en no decir que tenía una discapacidad reconocida para no crear el prejuicio, pero no hubo ningún problema. El proceso de entrevistas fue muy natural y después he evolucionado hasta llegar al departamento en el que estoy y estoy muy contento».

A Iván, que tiene una manera distinta de sentir las palabras, le molestan aquellos términos que no se ajustan a la realidad como discapacidad, a la que se refiere como dificultad. «Autista se está empleando como insulto y tenemos que dignificar esa palabra y romper el estigma, porque es nuestra identidad. Los padres dicen muchas veces que su hijo tiene autismo o está dentro del espectro y entre los adultos más reivindicativos el movimiento consiste en apropiarse de la realidad que es ser autista».

Romper el estigma

Una realidad que resulta muy diversa. Entre las personas diagnosticadas es común, por ejemplo, la hipersensibilidad auditiva, como la que tiene el hijo menor de Eva Pérez, otra de las vocales de la directiva de Raiolas: «Y eso no le impide que toque la batería, pero sin embargo el ruido del secamanos de un baño le vuelve loco».

A lo largo de su vida, Iván tuvo que afrontar muchos prejuicios sobre lo que, recuerda, es una dificultad, no una enfermedad: «Me han llegado a hablar como si fuera un niño pequeño al saber que era autista y se lo hacen a muchos adolescentes y adultos y molesta. O he escuchado comentarios como que tenía un asperger leve porque no se me nota. Y lo que estás haciendo es poner mi diferencia como si fuera un defecto y no lo es».

Así que desde su rol en la asociación, que suma 108 socios y que en esta nueva etapa quiere aumentar su presencia en los centros educativos, pretende romper con esas falsas ideas. «La gente piensa que un autista tiene problemas de comunicación, que tal vez los tenga o tal vez no, pero eso no me impide ser portavoz. Quiero dar un mensaje positivo de que hay dificultades, pero se pueden superar», destaca.