Lugo rindió en esta semana un merecido homenaje al que fue el último gobernador civil de la República en la provincia, Ramón García Núñez, del que tengo unos patéticos recuerdos orales a través de mi familia, que entonces residía en el Gobierno Civil, ya que mi abuelo era allí funcionario.
Recuerdo a mi abuela contándome la detención del gobernador: unos falangistas armados entraron a buscarlo; al tratar su suegro de oponerse a ello, que se presentó como coronel de la Legión, fue empujado por los rebeldes contra una pared. A continuación cogieron al gobernador civil, al que, según mi abuela, no le dejaron poner la camisa ni subirse los tirantes del pantalón para llevárselo a empujones y finalizar la tropelía, como sabemos, con su fusilamiento ante un muro del cementerio, tras un juicio que fue una farsa.
Como digo, merecido homenaje a Ramón García Núñez, último gobernador republicano en Lugo, lástima que no se hubiese programado con más tiempo y una mayor información a los ciudadanos para que no se limitase a un pequeño grupo de personas.
Y ahora llega mi pregunta: ¿Cuándo se va a homenajear en Lugo a los miembros de la resistencia que mantuvieron su lucha en los montes contra la dictadura franquista una vez finalizada la guerra, o sea, los guerrilleros llamados también maquis? Es cierto que Enriqueta Otero tiene su merecimiento urbano; que José Castro, o Piloto, tiene su sepultura con honras en su momento en la parroquia chantadina de Sabadelle; pero quizá sería interesante ofrecer un monumento que recuerde simplemente a los más de cien luchadores que murieron en enfrentamientos o fueron capturados y fusilados en la provincia.
Los diferentes gobiernos lucenses, Diputación y Concello, han olvido a la guerrilla, como si no hubiese existido. Bueno sería hacer algo de memoria.