El pan gallego de la antigua Ingapan gana peso con 200.000 barras diarias
LUGO CIUDAD

Los productos hechos en Galicia elevan un 20 % las ventas de Europastry
14 ene 2022 . Actualizado a las 05:00 h.Unas 200.000 barras de pan gallego salen a diario desde las líneas de producción que Europastry tienen en sus instalaciones fabriles de Lugo con destino al mercado nacional e internacional. Son las plantas de la antigua Ingapan. Las que hace tres años pasaron a formar parte del conglomerado catalán, tras adquirir este el 40 % que le faltaba para hacerse con la totalidad del capital de la lucense entonces propiedad de la familia Chousa. Lejos perder peso en los planes de la multinacional, Galicia lo ha ganado. Los cambios en el accionariado han servido para fortalecer la posición dentro del grupo de la producción en las plantas de Outeiro de Rei, Begonte y O Ceao. «Para nosotros fue una oportunidad de apertura a la internacionalización. Por la madurez que ya tenía Ingapan, era una necesidad para poder abrirnos a nuevos mercados. Y eso se produjo al formar parte de Europastry. Es el número uno a nivel de Europa, su grado de internacionalización es altísimo, lo que nos permite acceder a todos esos mercados», explica Vanessa Chousa, la directora para Galicia de la compañía catalana, y nieta del fundador de Ingapan.
Pertenecer al que está considerado el quinto operador mundial en masas congeladas de pan no ha cambiado la perspectiva de la antigua Ingapan. Todo lo contrario; le ha permitido avanzar en el ámbito de la innovación, en inversiones y en el desarrollo de nuevos productos. Galicia se ha hecho con toda la producción de unas llamativas empanadillas de colores —a base de colorantes naturales a partir de plantas— y de pizzas de Europastry en tres líneas y con 25 referencias. Se ha afianzado en la especialidad de pastelería, trabajando con chefs del prestigio de Albert Adriá, con el que han colaborado durante meses en la elaboración de una tarta de queso para «industrializar un producto de gran calidad y de alto valor añadido, que ponemos en el mercado de», concreta Chousa.
El empuje ha llegado de la mano de la innovación en sus cinco líneas de productos. La directiva aclara que «para estar a la cabeza del mercado, tanto a nivel tecnológico como de desarrollo de productos, resulta imprescindible contar con un equipo de I+D y nosotros hemos invertido en ello, nos pusimos a la cabeza en muchos de los lanzamientos nuevos que se hicieron y, además, los podemos mantener desde aquí».
La apuesta se tradujo en inversión. Desde que la antigua Ingapan (sus rótulos todavía son visibles en la mayoría de las plantas de Lugo) se integró en Europastry se han destinado 18 millones de euros en nuevas líneas y mejoras, se ha ampliado la plantilla con 200 nuevos trabajadores. En contrapartida, Galicia ha proporcionado al grupo un incremento del 20 % en ventas de los artículos con sello gallego.
Cuando la familia Gallés (propietaria de más del 70 % de la multinacional que antes de la pandemia llegó a multiplicar por cinco sus beneficios y obtuvo una facturación de 850 millones de euros) apostó por las plantas panaderas de Galicia sabía de la solidez del negocio y de su filosofía de trabajo. La integración fue «un proceso natural. La dos empresas convivieron y trabajaron juntas durante años. De hecho, de la fábrica de Begonte salían productos de sus marcas. Resultó un tránsito fácil desde el principio», señala Chousa. Del horno Sanfiz surgió el germen de la futura alianza y es precisamente en estas instalaciones donde se elabora, hornea y prepara para su distribución la hogaza Sant Honoré, una pieza gourmet muy apreciada entre la clientela de fuera de Galicia. Lleva la etiqueta de panes premium, junto con otras elaboraciones de alta gama.
El pan gallego y la empanada siguen marcando la seña de identidad de estos panaderos lucenses. La razón de «las últimas inversiones argumentan la vuelta a los orígenes, al pan que se hacía hace años», describe la directiva. Como resultado de la investigación y la tecnología, las elaboraciones se realizan con masas madres que se hacen tras largos procesos de fermentación en la propia fábrica de Begonte, con cepas que se desarrollan en la central de innovación del grupo Europastry.
Porque el conglomerado rechaza los denominados productos commodity, —aquellos muy básicos con escaso o nulo nivel de especialización—, «apostamos por la calidad y el valor añadido. Ese objetivo lo tenemos claro», aclara Chousa.
La lista de productos no termina con las barras, las roscas, las empanadas o las pizzas. Mantiene la línea de cocina de alta gama creada hace años bajo la enseña Koama. Platos para cátering, considerados una alternativa a la comida rápida, semielaborados, con caducidad corta, congelados y envasados al vacío y listos para consumir.
El respaldo que le proporciona formar parte de una multinacional como Europastry les hace pensar en un futuro estable y con nuevos lanzamientos. Incluso en un período de incertidumbre como el actual, marcado por los elevados precios de la energía y de las materias primas. «Hasta ahora no nos hemos visto afectados en el sentido de que repercuta en nuestras producciones. Sí que trabajamos con esos problemas, pero respaldados por el grupo», zanja Chousa.