Desde las cuatro de la mañana haciendo cola frente a una inmobiliaria de Santiago: «Si no lo haces, tu piso va a ser de lo peor»
VIVIR SANTIAGO

En la primera mañana en la que se enseñan los alquileres para el próximo curso universitario, decenas de estudiantes esperan en fila frente a la agencia Julio Gerpe para ser los primeros en verlos
02 jul 2025 . Actualizado a las 16:34 h.Una fila india de jóvenes sorprendía esta mañana a los que a los que cruzaban la Avenida de Vilagarcía, en Santiago. Esperaban a que la inmobiliaria Julio Gerpe, una de las más grandes de la ciudad, abriera sus puertas. El primer día en el que se enseñan los pisos destinados al alquiler universitario deja una imagen que se repite curso tras curso: agencias desbordadas y estudiantes que ya no exigen, si no que se conforman. Una hora antes de que el local de Conxo subiera la verja, a las diez de la mañana, la cola ya perfilaba la curva que conecta la calle con la Avenida de Ferrol. Los primeros grupos cuentan que llegaron a eso de las cuatro de la mañana, mientras que los últimos afrontan la espera con pesimismo. «Viendo donde estamos no creo que nos quede mucho», comentan, ya que las visitas se ordenan por orden de llegada.
«Las cuatro no es una hora tan temprana. Si hubiéramos llegado media hora más tarde, ya no seríamos los primeros ni los segundos», explican Alejandro, Iago y Juan, los tres jóvenes que encabezan la fila. El primero llega desde Lugo y los otros dos desde Vigo. Cuentan que solo estuvieron diez minutos sin compañía. «Nosotras llevamos desde las seis y veinte, pero nuestro compañero de piso vino a las cuatro. Él ahora está trabajando y vinimos para hacerle el relevo», explica Carlota, segunda en la cola. Ella, que ya lleva varios años viviendo en Santiago, es consciente del esfuerzo que supone encontrar una vivienda en el mes de julio: «Si no haces esto, tu piso va a ser de lo peor».

Aunque ella lleva ya tiempo en la ciudad, es la primera vez que tiene que «pelearse» por un alquiler. Recuerda que otros años le fue mucho más fácil dar con un piso antes de entrar en el verano. La mayoría de los estudiantes que ya han vivido en Compostela, cuando consiguen una vivienda, se agarran a ella hasta que terminan la carrera. «Intentas hablar con la gente que conoces para ver si saben de alguien que deja su piso y te puedes quedar tú con él. Lo apalabras y te ahorras el agobio de no tener nada en julio. Luego, no lo sueltas», comenta Ainara Abril, también en la cola.
Era la idea de Marcos Vázquez, que espera junto a sus dos compañeros un poco más adelante, aunque las condiciones a las que pasaba su contrato de alquiler para este curso no le permitieron hacerlo: «Eu levo aquí seis anos. Os primeiros cursos estiven nun piso bastante económico, pero despois cambieime a outro que era máis precario e en malas condicións. Subiron o alugueiro 150 euros sen xustificación algunha e tivemos que marchar».

Llegaron a la Avenida de Vilagarcía a las seis de la mañana y, para la espera, trajeron hasta una silla plegable. Los días anteriores buscaron vía online, pero no llegaron a ver nada. «Buscamos, polo menos, un piso habitable, mínimamente reformado. Gustaríame un piso no que me sentise cómodo e que tivese un prezo razonable», explica Marcos, que resume bien las expectativas del resto de jóvenes que esperan frente a la inmobiliaria. Conscientes de la escasa oferta, no exigen más que lo básico. Cuando se les pregunta por lo que desearían encontrar, la gran mayoría responde con las palabras barato y habitable. «Algo barato, ya que la vivienda hoy en día está bastante cara, y que nos quede cerca para ir caminando», resumen Marcos, David, Ángel, Antón y Raúl, que llegaron a las cuatro y media de la mañana y que no recuerdan haber esperado con tanta antelación por nada más, «ni para un partido en el Bernabéu».

La inmobiliaria Julio Gerpe enseña hoy los pisos de tres y de cuatro habitaciones. Para evitar las colas que se formaron en anteriores ocasiones, dividió a los interesados en grupos. Mañana es el turno de los de una y dos habitaciones, aunque los estudiantes que esperan por su turno en la fila confían en encontrar algo lo más pronto posible.