La pesca de las truchas con muerte podría prohibirse fuera de los cotos

Luis Díaz
LUIS DÍAZ MONFORTE / LA VOZ

MEIRA

Ana Garcia

Medio Ambiente sondea exigir la devolución de los peces al agua en los demás tramos

17 ene 2019 . Actualizado a las 11:12 h.

El cupo de veinte truchas por pescador y día forma parte desde hace tempo de la historia de los ríos gallegos. Los salmónidos, antaño abundantes, van camino de convertirse en una especie en extinción. Los progresivos recortes en el cupo de capturas autorizadas y en las jornadas hábiles para la práctica de esa actividad deportiva no sirvieron hasta ahora para frenar la vertiginosa caída en las poblaciones de trucha. En vista de la situación, la Consellería de Medio Ambiente sondea la posibilidad de aplicar una nueva vuelta de tuerca. Consistiría en extender la pesca sin muerte a la totalidad de los ríos, con la única salvedad de los tramos acotados.

La puesta en práctica de esta medida todavía está en el aire. Pero la necesidad de exigir la devolución de las piezas al río en un mayor número de tramos salió a relucir en las reuniones de los comités de pesca -en los provinciales y el autonómico- que se celebran antes de la apertura de la veda. De momento, los técnicos de la Dirección Xeral de Patrimonio Natural tantean a las asociaciones de pescadores para conocer su punto de vista. Muchas de ellas ven con reservas la alternativa de generalizar la pesca sin muerte, sobre todo si no está acompañada de otras medidas complementarias.

«Entre os pescadores cada vez hai máis conciencia da necesidade de estender a pesca sen morte nos ríos, pero penso que aplicala de forma indiscriminada sería unha esaxeración», opina Manuel Rodríguez Meira, del Club de Pesca de Monforte. Fue uno de los participantes en el último comité provincial de pesca, en el que el representante de la asociación conservacionista Adega instó a la consellería a generalizar de forma inmediata la pesca sin muerte de la trucha.

Solo sería un parche

«Penso que sería unha pequena solución, a máis cómoda, para un problema de moito máis calado. A solución definitiva esixe medidas moito serias para garantir a calidade das augas nos ríos. E iso non está na man dos pescadores nin dos comités, sería unha decisión ao máis alto nivel», apunta Rodríguez Meira.

Este diario solicitó información a Medio Ambiente sobre la posibilidad de ampliar los tramos de pesca sin muerte en la temporada que comenzará en marzo. La normativa no fue publicada todavía y la consellería no se pronuncia por ahora sobre las posibles restricciones. Las asociaciones de pescadores creen que podrían recortarse aún más los días hábiles y los cupos de capturas. Aunque prevén que la pesca sin muerte se extienda a más tramos, confían en que no afecte por el momento a la totalidad de los tramos libres.

Desde el punto de vista de los aficionados, la pesca sin muerte no evitará por sí sola la desaparición de las truchas en los ríos. «Falta caudal y sobra contaminación. De poco vale devolver todas las truchas al agua si luego las van a exterminar los vertidos o una invasión de cormoranes», alerta Fernando Prieto, presidente de la asociación Amigos do Río Parga. No estuvo presente en el último comité de pesca, pero los técnicos sondearon su opinión sobre la posibilidad de generalizar la pesca sin muerte.

«La pesca sin muerte ayuda a conservar las poblaciones de trucha, pero no garantiza la conservación de este especie. Claro que hay que ir hacia ese modelo, pero sin excluir por completo la pesca extractiva. De lo contrario, van a exterminar a los pescadores. Y cuantos menos somos, peor están los ríos. Esa es la realidad», dice el presidente de la asociación de Parga. En la última temporada, para muchos la peor que se recuerda, se solicitaron en Galicia cerca de 50.000 licencias de pesca fluvial. Hasta hace poco, eran el doble.

Lugo tiene ya más de 71 kilómetros de río en los que las piezas no pueden ir al cesto

La orden que reguló la pesca fluvial en la pasada temporada reservaba para la pesca sin muerte casi 72 kilómetros en los ríos lucenses. Este dato corresponde únicamente a las zonas denominadas «libres», donde a diferencia de los cotos no es necesario pagar un permiso específico para pescar. Pero la cifra real de tramos en los que no se puede practicar la «pesca extractiva» es mayor, ya que también hay acotados en los que está vetada.

El tramo libre de mayores dimensiones reservado para la pesca sin muerte tiene casi ocho kilómetros de longitud y se sitúa en el río Madalena o Miñotelo, a su paso por A Pastoriza. En el Azúmara, en Castro de Rei, también es obligatorio devolver las truchas al agua en un tramo de 7,5 kilómetros. El Miño suma una superficie similar sometida a ese mismo régimen, aunque repartida en varios sectores.

La orden de pesca publicada por la Consellería de Medio Ambiente el pasado año contabiliza, por otro lado, casi 494 kilómetros de cauces fluviales vedados a la pesca en la provincia de Lugo. Los ríos Boedo (Guitiriz), Chamoselo (Xermade), Ferreira (O Valadouro), Figueiras (Abadín), Landro (Muras), Ulla (Antes), Valiñadares (Mondoñedo) y Sardiñeira (O Saviñao) tienen en todos los casos tramos de once o más kilómetros en los que no se puede pescar.