Javier Campo, ganadero de Samos: «Teño que durmir no coche xunto ás vacas por se ven o lobo»

Uxía Carrera Fernández
UXÍA CARRERA SAMOS / LA VOZ

SAMOS

Javier Campo, ganadero de Samos, contanto los problemas con el lobo en su aldea
Javier Campo, ganadero de Samos, contanto los problemas con el lobo en su aldea Óscar Cela

El lobo se llevó a dos becerros en apenas unas semanas en la zona de Lóuzara

20 may 2023 . Actualizado a las 14:02 h.

Los ataques del lobo han llegado en las últimas semanas a la zona de Lóuzara y el monte Oribio, en Samos. Los animales se han llevado dos becerros de dos explotaciones, lo que ha activado la alarma de los ganaderos: «Teño que durmir no coche xunto ás vacas por se ven o lobo», asegura Javier Campo, que no se puede permitir perder más ganado. 

Este lucense vive en Outonín de Abaixo, en Samos, ya en el Val de Lóuzara, y tiene una explotación de 22 vacas, además de ovejas, a las que lleva dedicándose toda su vida. Los animales pastorean en diferentes fincas repartidas por la zona y en el monte Oribio, que ocupa terreno del municipio de Samos y de Triacastela.

Hace aproximadamente un mes, Campo se trasladó desde su aldea a ver cómo estaban las vacas a primera hora de la mañana,en una finca a unos dos kilómetros. «Cando volvín a casa, eran como as oito da mañá, ía almorzar e cando me din conta había unha vaca na porta da casa», recuerda. 

Le extrañó y el ganadero volvió enseguida a ver si los animales estaban bien, pero todo el ganado ya se había escapado del terreno porque un lobo había devorado a uno de los becerros. «Tiña unhs 25 días, cando cheguei, que non tardei nada, apenas quedaban restos, só un par de ósos», cuenta. 

Hasta ese día, los ganaderos de la zona no habían tenido problemas con el lobo. «Fun o primeiro en caer». Los siguientes días al ataque, Campo vigiló con más frecuencia el ganado y una noche pudo ver que se trataba de una manada de tres lobos. 

Desde entonces, empezó a tomar medidas. Primero, una de las vacas que acababa de parir, la resguardó en un establo en casa por las noches. El samonense tuvo que incrementar más el cuidado cuando el lobo atacó a otro de los vecinos. «Non foi no Oribio na parte alta, senón nuns terrenos próximos á aldea, levoulle un becerro», relata.

La explotación del ganadero es pequeña y no quiso arriesgarse a perder más animales, así que durante esta semana decidió dormir junto a las vacas para vigilarlas. «Levei o coche e pasei alí a noite por se volvía a aparecer, o podía espantar». 

Campo no tiene mastines como protección y esta vez tampoco se pudo beneficiar de las ayudas por perder a uno de sus animales. «Chamei ao Seprona para dar parte, pero como non quedaba nin a cabeza nin o espinazo non consta», explica.

«Todos nos dedicamos á gandaría e só quedamos un por aldea»

 El ataque sufrido por Javier Campo no es con lo único con lo que tiene que convivir. La amenaza del lobo se une también a la plata de rata topo que se extiende por la montaña de Lugo y deja a los ganaderos sin hierba. Campo y el resto de propietarios de monte comunal tuvieron que colocar trampas mañana y noche para atrapar a los roedores.

Además, tampoco ayudan los precios de la carne: «Véndense os becerros a 1.000 euros, o nai do que eu perdín non volve dar cartos ata dentro dun ano e medio».

El samonense era el único habitante de su aldea hasta que hace un año un jubilado volvió a su casa natal de Barcelona. Campo hace recuento de los pueblos vecinos y, con nombre y apellidos, sabe que tan solo queda un habitante por cada uno de ellos.

La arquitectura tradicional de Samos, ya más semejante a la típica de O Courel, resiste malamente el abandono. «Os que quedamos aquí traballamos todos na gandaría, pero cada vez é máis complicado», lamenta.