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Tomás Castro decidió abrir en 1876 una panadería en la calle Calvo Sotelo de la localidad lucense de Sarria a la que puso su nombre. Casi 140 años después, el establecimiento sigue abierto, regentado por la cuarta generación de la familia, su bisnieta Pilar García y su marido, Javier Fernández. El local cambió de emplazamiento y de denominación, ahora está en la calle Matías López y se llama Panadería Pallares.
Lo que no varió es la tradición elaborando esencialmente pan y empanadas ni tampoco el apego familiar, ya que la quinta generación con Antía Fernández ya está más que introducida en el negocio familiar. Antes de llegar a sus actuales propietarios, el negocio pasó por la hija del fundador, María Castro, y después por los hermanos Jesús y Manuel García Castro, quienes les cedieron el testigo a Pilar y Javier. Hace unos años decidieron abrir en un bajo anexo al negocio un museo de la panadería, hoy repleto de utensilios de todo tipo, algunos de más de un siglo. Pilar y Javier se confiesan unos amantes de su profesión, pero reconocen que no habrían llegado hasta aquí sin su gente: «Nuestro personal es el principal valor añadido del negocio».