El lutier de Marc Anthony o Luis Fonsi asienta su taller en Sarria

Uxía Carrera Fernández
UXÍA CARRERA SARRIA / LA VOZ

SARRIA

Ricardo Ramos con dos guitarras clásicas y un cuarto puertorriqueño, a la izquierda, hechas por él
Ricardo Ramos con dos guitarras clásicas y un cuarto puertorriqueño, a la izquierda, hechas por él u.c.

El puertorriqueño Ricardo Ramos abre el 19 de septiembre su local tras una larga trayectoria internacional

11 sep 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

La cuna de artesanos de Sarria acaba atrayendo a más manos expertas. A partir del próximo día 19, la localidad lucense podrá disfrutar del taller de un lutier internacional con una gran trayectoria. El puertorriqueño Ricardo Ramos se asienta en Sarria con 26 años de experiencia a las espaldas elaborando instrumentos para músicos como Juan Luis Guerra, Marc Anthony, Luis Fonsi o René, de calle 13, e importantes artistas de Puerto Rico. «Donde otros ven madera, yo veo arte y a través de él quiero ayudar a los demás», sentencia.

Ricardo Ramos tuvo relación con la música desde su infancia, aunque primero como mero espectador. Su abuelo —«una de las personas más importantes de mi vida»— era carpintero y músico. En sus manos apreciaba el sonido del cuarto puertorriqueño, el instrumento típico de este país. Cuando murió, Ricardo heredó su cuarto y descubrió que aquel joven de 15 años también tenía talento para la música. Siempre ligado a grupos corales relacionados con la iglesia tocó por toda América del Sur, llegó a Israel o Sudáfrica y recorrió gran parte de España. En una de las visitas al taller para poner a punto su cuarto, se sorprendió de lo que disfrutaba viendo trabajar a los lutieres, así que se propuso construir sus propios instrumentos. «Recuerdo como si fuera ayer el primer cuarto. Lo hice en 1995 con el maestro Jaime Alicea». Aquella primera creación fue la prueba de cual era su verdadera pasión y, desde entonces, Ramos se ha estado perfeccionando como artesano.

Empezó a profesionalizarse en el Instituto de Cultura Puertorriqueña, donde, por tradición, se construye el cuarto. Pero más allá del instrumento tradicional de su país, Ramos quería ampliar su registro de artesano e inmediatamente puso el ojo en España, donde ya había estado fascinado por la cultura musical.

Estudios en España

El artesano puertorriqueño estuvo en Andalucía buscando grandes maestros para poder aprender a hacer guitarras españolas. «Lo que me llevó aprender 15 o 20 años, sin maestros me habría llevado el doble», recalca. A los principios de los 2000, contactando con guitarristas flamencos como José Luis Postigo, Ramos llegó hasta el «contexto más puro del oficio» en Sevilla, pero no encontrada maestros nacionales que impartieran talleres.

Su punto de inflexión fue estudiar en La Herradura, en Granada bajo las directrices del lutier Stephen Hill, quien lo incluyó en su libro sobra la escuela granadina como uno de sus mejores aprendices. «Fui el único que construyó dos guitarras, una clásica y otra flamenca, en un mismo curso», cuenta. Después de su etapa en España, Ricardo Ramos regresó a Puerto Rico con conocimientos diferenciales lo que le permitió participar en numerosos eventos. «Trabajé para importantes músicos de Puerto Rico como Modesto Nieves o artistas de la talla de Juan Luis Guerra, Marc Anthony, Residente o Luis Fonsi.

«Sentía que podía ir más allá en mi deseo que compartir mis conocimientos», relata, así que en 2014 se mudó a Galicia con un «visado religioso» para realizar labor social como voluntariado. Se enamoró de «esta hermosa tierra» y se decidió a abrir aquí su propio taller. Aunque primero vivía con su familia —su mujer y sus dos hijos— en Boqueixón, en Santiago, decidió que Sarria era el sitio idóneo para un artesano.

20 o 30 guitarras por año

El taller de Ricardo ocupa el bajo de un antiguo edificio en la calle Marquesa Casa López. Lleva desde mayo arreglándolo y estará listo el próximo domingo. Elaborará guitarras clásicas, flamencas y acústicas y también dará talleres para quien quiera ser su aprendiz. El puertorriqueño produce entre 20 o 30 instrumentos al año, de los que el 80 % lo hace con las manos. Utiliza madera proviniente de África, la India o América del sur. La roseta y la paleta de todas sus creaciones tienen su signo para que se diferencien, aunque desea que su huella sea mayor: «Quiero aportar más valor a este pueblo del que ya tiene»