30 años de Dos Ruedas, el germen del ciclismo en Sarria y el taller que nació con el primer Xacobeo

Uxía Carrera Fernández
UXÍA CARRERA SARRIA / LA VOZ

SARRIA

Alberto López

Antonio López sigue arreglando bicis a sus 64 años: «Al principio conseguía cosas que nadie más tenía y ahora soy yo el pequeño»

19 dic 2023 . Actualizado a las 11:39 h.

En la fachada de la tienda de bicis Dos Ruedas de Sarria todavía aguanta el Pelegrín, la mascota del Xacobeo 93. El año que cambió todo. El negocio de Antonio López abría unos meses después, a principios de 1994, sin saber que la localidad sería un enclave estratégico para los ciclistas. No solo por los peregrinos sino también por los clientes locales. En Sarria hay una potente cultura de este deporte, con clubes y reconocidas carreras. Su germen estuvo en la pequeña tienda de López: «Se juntaban aquí todos los niños del pueblo».

 Antonio López es de Madrid, donde ya trabajaba en una tienda de motos. Un revés acabó con este negocio y él y su mujer decidieron trasladarse a Sarria. Decidió ponerse él mismo al frente de su propio local y abrió un pequeño comercio con taller en el número 41 de la Praza de Galicia hace 30 años. Competía con otras tres tiendas de bicicletas que ya había en el momento, pero por sus contactos y experiencia pudo traer a Sarria productos «más novedosos». 

Al principio, se dedicaba tanto a las motos como a las bicis, pero la moto empezó a bajar y se quedó solo son las bicis. «Había la demanda típica de un pueblo», recuerda. Las bicis eran entonces la estrella del ocio de los más pequeños, así que los niños de Sarria empezaron a acudir a Dos Ruedas como quien va a jugar al parque. «Me llamaban las madres a la tienda para preguntarme si estaban aquí y si era así ya se quedaban tranquilas», cuenta.

En la tienda López había tanto bicis para aficionados como para los que competían. «Los chavales que venían empezaron a moverse», recuerda. Aunque él tenía tanto bicis de carretera como de montaña, entre los sarrianos nació una fuerte inclinación hacia las segundas.

Y desde los que se conocían en Dos Ruedas surgió la idea de hacer carreras de bici de montaña entre amigos. «Ponían una inscripción muy barata con la que compraban los trofeos y después íbamos todos a un bar para juntarnos y poníamos las grabaciones de la carrera» relata. Así se mantuvieron durante años, en los que la cultura del ciclismo de Sarria montó sus bases para posteriormente conformar el Club de Ciclismo y, después, el ahora reconocido DHG Team.

López se muestra contento de que los niños a los que vio crecer ahora consigan importantes logros en el ciclismo: «Ahora soy yo el que se quedó pequeño». Aun así, el madrileño mantiene durante todo el año una buena clientela local e incluso de otras localidades fuera del municipio. Esta demanda se complementa con el Camino de Santiago.

«Los peregrinos traían las bicis que tenían en el trastero»

Antonio abrió la tienda cuando nació la ruta tal y como se conoce ahora. «De aquellas no existía el Camino, se creó». Fue unos de los primeros talleres que atendió a los peregrinos, asegura que desde Ponferrada no había ninguno y después de Sarria no volvía a haber hasta Melide. El 90 % de lo que demandan los «bicigrinos» son arreglos. Hacían cola a las puertas de Dos Ruedas.

Los primeros caminantes que acudieron a la llamada del Xacobeo peregrinaban con la bici que tenía en casa: «Me acuerdo de una señora de 70 años que vino con la bici que le había regalado su padre, casi ni frenaba,» resalta López entre las miles de anécdotas que acumula de estas tres décadas. No existían el alquiler de vehículos y la gente desempolvaba las que tenían guardadas en el trastero. «Tenían los culos pelados del sillón o tenían que ir al ambulatorio nada más salir de O Cebreiro».

Supuso un ritmo de trabajo muy diferente para López, ya que estos clientes necesitan el arreglo el mismo día o como mucho a primera hora de la mañana del día siguiente. Por eso, tenía que estar preparado con todo tipo de piezas para cubrir el mayor número posible de modelos. «Antes tenía de todo, ahora de casi todo». La profesionalización de este modo de peregrinaje ha complicado su atención, ya que las mejores calidades también requieres piezas más específicas. López se ha ido modernizando al ritmo que el propio mercado, como es ahora con el auge de las bicis eléctricas. Pero más allá de las piezas, lo más importante siempre fue la atención.

«Hubo días que me quedé hasta las tantas de la noche para acabar un arreglo o que ayudé yo con mi furgoneta a los peregrinos», asegura. Eso sí, tenía recompensa: la gratitud sincera de los caminantes. «Antes me mandaban tarjetas ahora me escriben por redes sociales».

A sus 64 años, por el momento López no se quiere jubilar por qué casi no sabría que hacer con su tiempo libre. Sigue disfrutando de poner a punto las bicis de sus vecinos y de los que visitan Sarria desde todas las partes del mundo.