
Estuvo a punto de debutar con el Dépor en el 2021, pero el balón no salió
30 jun 2025 . Actualizado a las 05:00 h.En muy pocos lugares de la Costa da Morte se mantiene la esencia del fútbol callejero de toda la vida como en la pista de A Milagrosa, en Carballo. Allí siguen jugándose pachangas a diario entre jóvenes y adultos, con público incluido. Sus compromisos con los clubes se lo fueron poniendo cada vez más complicado, pero allí era un habitual Alejandro Boedo Varela (Carballo, 1999), residente a pocos metros de ese rectángulo de cemento en el que «tiraba todo o día» y comenzó a exhibir una magia que no pasaba desapercibida. No lo hizo tampoco para las Escolas Luis Calvo, que lo incorporaron siendo un niño, con siete años.
De su periplo en As Eiroas, que duró hasta terminar la etapa infantil, guarda grandes recuerdos de compañeros como «Dani Barca, Rubén Balsa, Pablo Losada, Jairo, Jorge de Camariñas, Aday de Malpica, Mauro de Muxía, Diego da Laracha, Diego Rodríguez, Pablo Carro ou Roi Reyes».
El Dépor que ya lo había seguido años atrás, lo fichó en cadetes y en Abegondo se desarrollaría durante ocho años, con dos cesiones de por medio, al Laracha y al Marino de Luanco. Vistiendo la blanquiazul estuvo a unos segundos de cumplir el sueño de cualquier joven, debutar con el primer equipo en partido oficial. Fue el 17 de enero del 2021. Rubén de la Barrera se estrenaba como entrenador del Dépor tras la destitución de Fernando Vázquez e incluyó a seis canteranos en la convocatoria para visitar al Salamanca. Uno de ellos era el habilidoso extremo carballés, que pese a no ser titular indiscutible en el Fabril, marcaba las diferencias con su desequilibrio y su golpeo, y terminaría aquella liga con cinco goles en Tercera División.
En el Helmántico, con el empate (0-0) en el marcador, De la Barrera llamó a Boedo a unos minutos del final. No obstante, entre el poco tiempo de descuento añadido y que el balón no salió, el de A Milagrosa nunca pudo ingresar al terreno de juego.
Reencontrarse
Aquella sería su última temporada en el Dépor antes de regresar a su casa, al Bergan, recién ascendido a Segunda Federación. En su primer curso de vuelta a As Eiroas fue titular en 21 de los 32 partidos que disputó y sumó cuatro goles y varias asistencias para que el equipo rozase la fase de ascenso. A sus 23 años, ya había dejado bien claro que ese era, como mínimo, su nivel. Pero en la siguiente campaña todo se torció. El conjunto, que no ganó desde noviembre, acabaría descendiendo como último clasificado y Boedo, acusado en ocasiones por su temperamento, no pudo impedirlo.
Tocaba tomar una decisión complicada en verano y no le tembló el pulso. Apostó todo por la Sarriana. Un conjunto recién ascendido a Tercera Federación. Y vaya si acertó. En su primer curso, bajo las órdenes de Jorge Cuesta, marcó 8 goles y lideró al equipo para jugar la fase de ascenso, en la que rozaron una gloria reservada para esta campaña, en la que volvió a tener en el banquillo a Jaime Paz, el entrenador que más le había marcado en A Coruña. Un míster que volvió a sacar la mejor versión de un Boedo que hizo diez goles para que la Sarriana volviese a la fase de ascenso. Tras superar al Estradense y al Vilalbés, tocó el Atlético Pulpileño en la fase nacional. En Almería el duelo terminó 0-0. Y mientras Carballo se preparaba para los días fuertes del San Xoán, el de A Milagrosa lo hacía para su partido más ilusionante desde aquel 17 de enero del 2021. Esta vez, no obstante, sí hubo final feliz.
«A miña idea cando vin era volver a gozar do fútbol, e atopei unha calidade humana tremenda no vestiario e unha directiva que me fixo sentir moi valorado dende o primeiro día, esas cousas non teñen precio. Non me pudo saír mellor e logramos subir a unha categoría da que penso que nunca debín baixar», sentencia aquel niño que dejaba boquiabiertos a los vecinos de A Milagrosa y que lleva dos años volviendo a divertirse sobre el verde de A Ribela.