Pareja y directores por primera vez de colegios rurales limítrofes: «Temos o bo de traballar no mesmo pero separados»

Uxía Carrera Fernández
UXÍA CARRERA SARRIA / LA VOZ

TRIACASTELA

Noelia, de Foz, y Alejandro, de Oural, viven en Sarria y este curso es su tercero como profesores
Noelia, de Foz, y Alejandro, de Oural, viven en Sarria y este curso es su tercero como profesores U.C.

Alejandro y Noelia, de 26 y 27 años, se enamoraron estudiando Magisterio, compartían su apuesta por el colegio rural y los destinaron a Triacastela y Samos

29 may 2023 . Actualizado a las 10:39 h.

La pasión por la educación rural no solo los unió como pareja sino también en el destino de su vida. Noelia Pillado, de 26 años y de Foz, y Alejandro González, 27 años y de Oural, empezaron a salir cuando coincidieron estudiando Magisterio. Pese a ser de puntos diferentes de la provincia, sus aulas acabaron a apenas unos kilómetros de distancia. Noelia trabaja en el colegio de Samos, y Alejandro, en el limítrofe de Triacastela. Además, ambos por primera vez como directores. «É como traballar en equipo, levámolo moi ben porque nos gusta moito o que facemos».

Los dos jóvenes lucenses ya tenían claro en la carrera que su futuro estaba en un colegio rural. Defienden que es una atención más personalizada, que da al centro una naturaleza casi de familia. Su visión del trabajo es importante para su relación porque para ambos la educación es su afición. Así pueden compartir sus ideas y sus realidades.

Opositaron hace tres años. Las dos primeras veces fueron profesores interinos en centros más urbanos por Galicia. A la tercera fue la vencida para trabajar en el rural, aunque no como se lo esperaban. «O día que se publicaban as listas estábamos moi pendentes no móbil, tiñamos a idea de que nos podía tocar ser directores. Eu non o quería ser se non lle tocaba a el tamén», recuerda Noelia. Finalmente los dos tuvieron que estrenarse en el cargo, pero al lado. «Foi moita casualidade que nos tocara en concellos limítrofes», asume Alejandro.

«Traballar en parella no mesmo contexto foi moi bo porque temos os mesmos problemas, hai moito agobio e moita presión»

Esta cercanía les permitió tener un apoyo para enfrentarse al abismo de llevar la dirección, jefatura de estudios y secretaría de un colegio que no conocen. El primer trimestre estuvieron «moi perdidos». Tanto, que no sabían ni cómo abrir el colegio el primer día o que ellos mismos tenían que dar cuenta de su propia toma de posesión.

«Traballar en parella no mesmo contexto foi moi bo porque temos os mesmos problemas, hai moito agobio e moita presión», asegura Alejandro. Así que lo que hicieron fue trabajar en equipo para después aplicar las soluciones a cada uno de sus niños. Como argumenta Noelia, «é incluso mellor que traballar xuntos porque se hai un problema no centro non involucra a outra persoa, pero si podemos axudar a resolvelo».

Samos está a medio camino entre Triacastela y Sarria, así que muchas veces Alejandro para en el centro de Noelia y trabajan allí los dos juntos. «Así polo menos non estamos sós». Entran a trabajar sobre las nueve de la mañana y acaban sobre las ocho de la tarde para poder gestionar todo el centro: «Despois do primeiro trimestre prometémonos baixar as horas pero é difícil». Al menos, ambos se muestran apasionados con su dedicación. «É un 'hobby'». De hecho, hasta no les importaría recortar las privilegiadas vacaciones de los maestros para acudir antes al centro.

La educación se acaba colando en casi todas sus conversaciones. «Desconectamos, pero é difícil». Comparten piso en Sarria. Pese a la convivencia y a trabajar de lo mismo, confiesan que lo llevan bastante bien. El secreto, es que les gusta: «Se estiveramos queimados do traballo, seguro que tereamos moitos máis enfados».

Comprometidos con el rural

Trabajar en colegios limítrofes no solo fue un beneficio para ellos sino también para sus alumnos. En Triacastela hay 20 niños y en Samos, 17. Hasta este curso prácticamente nunca se habían juntado. La joven pareja se propuso organizar actividades conjuntas para que se hicieran amigos y también enriquecer las clases. «Así, unha vez rematen o cole e vaian ao instituto en Sarria, xa se coñecen».

Comparten algunos proyectos, como uno sobre el río Oribio, con el que los niños acuden a la propia naturaleza. Los padres y los niños necesitan estabilidad en el colegio para que así pueda consolidarse, defienden. «Os pais xa nos preguntan con medo se para o ano xa non imos estar». Si es por ellos, no será así.

Ambos quieren continuar un par de años en los colegios done están, aunque por el momento tiene plaza provisional. Pertenecen a una red rural de profesores que defiende un concurso propio para los centros rurales, ya que «precisan xente que queira estar aí porque se os mestres non queren, tampouco se implican». Con los alumnos de los dos colegios, la pareja ya formó una familia, que incluso esperan aumentar el próximo curso con más matrículas.