25 años del juicio por Maruchi Rivas

TANIA TABOADA LUGO / LA VOZ

VILALBA

x.l.

El crimen de un preso de permiso que mató a una niña de 11 años en Vilalba

26 feb 2019 . Actualizado a las 05:00 h.

Esta semana se cumplen los 25 años del juicio por un estremecedor suceso ocurrido a mediados del mes de septiembre de 1992 y que conmocionó a toda la comarca de A Terra Chá. Se trata del asesinato de María del Carmen Rivas López, Maruchi, la niña de 11 años, residente en la parroquia vilalbesa de Goiriz, que fue raptada, violada y asesinada por un preso reincidente cuando regresaba de su primer día de clase. La pequeña fue secuestrada a los pocos minutos de bajar del autobús, cuando caminaba en solitario hacia su casa. Su cadáver fue encontrado días después por voluntarios de Cruz Roja en una carballeira próxima al polígono industrial de Vilalba. El cuerpo de la niña estaba tapado por unas hojas y había sido rociado con ácido para acelerar su descomposición.

Como autor de estos hechos fue detenido días después José María Real López, un vecino del barrio lucense de Fingoi, de 30 años de edad, que en el momento de lo ocurrido disfrutaba de un permiso penitenciario. Tenía antecedentes por robo y por la violación de otra niña de 11 años en la calle Carrero Blanco (actualmente Ronda das Fontiñas) en la capital lucense.

Hace ahora 25 años se preparó el dispositivo para aquel juicio. El día tres de marzo de 1994, José María Real entraba a la Audiencia Provincial de Lugo para sentarse en el banquillo de los acusados. 37 personas estaban citadas para dar su versión como testigos. El acusador solicitó la comparecencia de una docena de ciudadanos, el resto fueron propuestos por la acusación particular, ejercida por los padres de la muchacha, por la acusación pública, en la que se personó como tal el Ayuntamiento de Vilalba, y por la defensa. Además, la familia de la niña había pedido que declarara el responsable de la cárcel de Bonxe y consideraron que el tribunal debería valorar si hubo o no alguna negligencia por parte de quienes lo dejaron en libertad siendo, según describían, «un psicópata probado y peligroso».

Cuando el procesado, con el rostro medio cubierto, llegó a la Audiencia fue increpado e insultado por personas que esperaban haciendo cola para asistir al «juicio del año». Una vez en la sala el protagonista, el silencio fue sepulcral. Todos querían escuchar el relato de un José María Real que confesaba haber asesinado a la niña pero negaba haberla violado. Declaró que el día de los hechos había comido en Abadín y tomado dos tranxilium y bebido dos o tres cervezas. Indicó que de camino a Lugo se metió por el camino que conducía al barrio de O Francés, en Goiriz, donde vivía la pequeña y manifestó que tras ver a la pequeña, la metió en el maletero por la fuerza y pisó el acelerador hasta parar en la zona del polígono industrial de Vilalba. Afirmó que una vez allí se bajó del vehículo y, tras abrir el maletero, la niña intentó escapar, pero aquí la apretó, la empujó, la llevó hasta los árboles e intentó violarla pero dijo que no lo hizo, y que le dio unos golpes no muy fuertes con un machete y se marchó.

Esta declaración y las manifestaciones de los peritos obligó a su defensor (que actuaba de oficio) a renunciar a la petición de absolución y a reconocer el delito de asesinato en sus conclusiones. El fiscal y la acción popular, ejercida por el Ayuntamiento de Vilalba, solicitaron 60 años de cárcel por los delitos de violación, asesinato y rapto. Fue condenado a 56 años. El juicio fue polémico por la posible responsabilidad del Estado ya que el preso cometió el delito estando de permiso carcelario. La familia llegó a solicitar una indemnización de 30 millones al Estado como responsable subsidiario, que nunca cobró.

En febrero de 2014, el reo salió de la prisión de Herrera de La Mancha e intentó vivir en la localidad de Almagro, Ciudad Real, pero tuvo que marcharse porque la población se manifestó para pedir su marcha. Desde entonces no se volvió a saber nada del condenado.