La tuberculosis, un mal que en el ganado está yendo a menos

Xosé María Palacios Muruais
XOSÉ MARÍA PALACIOS VILALBA / LA VOZ

XERMADE

PALACIOS

La enfermedad se ha reducido desde que hay saneamiento, aunque no está erradicada totalmente

13 sep 2017 . Actualizado a las 13:05 h.

Los casos de positivos por tuberculosis en explotaciones de ganado vacuno de la comarca, registrados recientemente en sendas granjas de Roupar (Xermade) y de Galegos (Riotorto) durante la campaña de saneamiento, suponen un cierto impacto, ya que las consecuencias son rotundas: la granja tiene que vaciarse para el sacrificio de toda la cabaña aunque solo una res de cada explotación haya dado positivo. ¿Hay motivos para la alarma? Juan Carlos Castro, veterinario que trabaja en la comarca chairega, explica que la enfermedad tiene ahora una presencia menor que hace décadas. Con su ayuda, en esta página se explican aspectos relacionados con sus características y con su incidencia.

 ¿Son raros ahora los casos de tuberculosis en el ganado vacuno?

Ahora, sí. Eran más frecuentes en la década de los cincuenta, en la de los sesenta o en la de los setenta; pero fueron descendiendo a medida que se desarrollaron campañas de saneamiento. La situación, a su vez, tiene relación con el descenso de casos de tuberculosis en personas, puesto que la enfermedad puede contagiarse de los animales a los humanos -por ejemplo, tomando leche sin pasteurizar de un animal enfermo-.

 ¿Cómo se produce el contagio de un animal a otro?

Tocándose o lamiéndose, por ejemplo; también, si uno tose, respirando ese aire; incluso las heces y la orina son vías por las que puede llegar a darse ese contagio.

 ¿Se nota la enfermedad justo después de producirse el contagio?

No. Cuando un animal sano se infecta, no se puede probar de manera inmediata. La sensibilidad de las pruebas para detectar la enfermedad necesita que pase un cierto tiempo, pero además conviene tener en cuenta que no todos los animales tienen las mismas defensas.

 ¿Es normal que se decrete el vaciado de explotaciones?

Sí, por el principio de precaución. Los animales pueden estar infectados (tienen el germen de la tuberculosis), ser reactivos (dan positivo en las pruebas) o estar enfermos (han desarrollado la enfermedad.

 ¿Hay algún tratamiento que permita vencer la enfermedad?

Actualmente, no. Hubo tratamientos paliativos, que solo permitían retrasar la muerte del animal enfermo.

 ¿Deben interpretarse estos recientes casos con preocupación?

La enfermedad existe; han aparecido y aparecen casos, y no está totalmente erradicada, como sí ocurrió, por ejemplo, con la fiebre aftosa. En Galicia la actual incidencia es baja; en cambio, en comunidades como Extremadura o Andalucía su presencia es mayor.

 ¿Resulta inevitable el sacrificio de toda una explotación?

Más bien sí. Si no se elige esa vía, las consecuencias pueden ser peores. Hay que admitir que se sacrifican animales que quizá no lleguen a desarrollar la enfermedad; por otro lado, en cambio, hay que reconocer que el riesgo de contagio se reduce de manera notable. Lo que se busca no es que la enfermedad se reduzca a unos pocos casos, sino que se persigue que no haya ningún caso: ese aspecto explica que algunos animales se sacrifiquen no por estar enfermos sino por el riesgo de que puedan estarlo más adelante. De todos modos, sí resultaría conveniente realizar un trabajo pedagógico con el ganadero afectado y explicarle la situación y las razones por las que se llegan a tomar estas decisiones.

«Se teño que matar as vacas, voume de aquí», dice un ganadero de Riotorto afectado

José Lamas -ganadero del barrio de A Veiga, perteneciente a la parroquia de Galegos (Riotorto)- lleva semanas de malestar con un resultado que aún no está del todo claro. La aparición de dos casos positivos en su cabaña vacuna puede suponer el sacrificio de sus 14 vacas, de sus 13 cabras y de sus 20 ovejas; pero también puede implicar, si finalmente se llega a ese extremo, que acabe abandonando la actividad ganadera: «Se teño que matar as vacas, voume de aquí», afirma.

Tras los trabajos de saneamiento, ya en la primavera, vio que en dos de las vacas aparecía una hinchazón; la explicación que se le dio fue que se trataba de una reacción a la vacuna y que pronto se les efectuaría una segunda prueba. Días después, como explicaba ayer, se le notificó que dos esos dos animales habían dado positivo y que la explotación tendría que quedar inmovilizada.

Él se mostró disconforme con esa cuestión y demandó que se practicase una segunda prueba. La respuesta que recibió fue que a los 60 días se conocerían los resultados de los análisis del laboratorio; a principios de agosto, agregó, se le informó de que era preciso vaciar la explotación, con el consiguiente sacrificio de todos los animales.

 «Non sei o que pasará»

Ya este mes, el lunes 4, a su explotación se desplazaron varios técnicos. El plazo para el sacrificio vence el 18, aunque añadió que el acta firmada por él a principios de mes recogía que solo aceptaría el sacrificio si antes se llevase a cabo una segunda inspección que confirmase los resultados de la primera. «No sei o que pasará», dijo ayer.

Por el sacrificio y como compensación por la paralización de la actividad se le llegó a ofrecer una suma de 18.000 euros, aunque recalca que su principal aspiración es conseguir una segunda prueba para los animales. Por ahora, en la explotación continúa la recogida de leche, si bien José Lamas apunta que casos como el suyo minan la moral de los pequeños ganaderos: «Están acabando co rural», dice.