Wall Street «first»: Trump seduce a los gigantes de la bolsa con sus propuestas

Mercedes Mora REDACCIÓN / LA VOZ

MERCADOS

Al dinero le gusta Donald Trump; no hay más que ver cómo han subido las cotizaciones de los titanes del parqué desde su llegada

19 mar 2017 . Actualizado a las 13:37 h.

Anda medio mundo con el corazón en un puño desde que Donald Trump mora en la Casa Blanca. Pendiente de cuál será la próxima ocurrencia del presidente por si hay que echarse a temblar. Otra vez.

Pero, por raro que a algunos les pueda parecer, no es ese un temor general. Porque existe un lugar en la tierra, donde casi todo lo hecho -más bien prometido- por Trump desde su llegada ha caído como llovido del cielo. Y no es ese un sitio cualquiera. Es Wall Street. Palabras mayores.

Hablan de ello, y muy claro, los números. Esos que nunca mienten. Antes de Trump, el Dow Jones, el principal indicador de la meca del capitalismo, rondaba los 17.900 puntos. Ahora está 3.000 puntos más arriba. Ha ganado un 17 % a lomos de lo que en la jerga de los analistas se conoce ya como el efecto Trump. Incluso ha llegado a superar la barrera de los 21.000. Lo nunca visto.

Pero, ¿qué es lo que ha hecho el polémico presidente estadounidense para ganarse el aplauso del mercado? Él, que durante la campaña prometió convertirse en la peor pesadilla de Wall Street. ¿Qué es lo que ha cambiado para que ahora aparezca como su principal valedor? Varias cosas. Por partes:

Vaya por delante que lo que al dinero le importa no es el discurso político de Trump -ese con el que buena parte del mundo se lleva las manos a la cabeza cada vez que habla-, sino el económico. Y es Wall Street, sobre todo, una bolsa industrial. No tan financiera, por ejemplo, como la City de Londres. Lo que cotiza en el Dow Jones es la economía real. Y a esa, la rebaja generalizada de impuestos, las vacaciones fiscales para que las empresas traigan de vuelta los alrededor de tres billones de dólares que tienen en paraísos fiscales, el tajo al impuesto de sociedades y la billonaria inversión en infraestructuras que ha prometido el presidente, le viene que ni pintada. Cierto es que el giro proteccionista que rezuma su discurso preocupa. Pero, de momento, pesa más lo otro.

Además de eso, las vacas sagradas de Wall Street, el selecto grupo en el que Trump ha pescado algunos de los peces más gordos de su equipo económico, empezando por el director del Consejo Económico Nacional, Gary Cohn -ex número dos de Goldman Sachs, ahí es nada- están como castañuelas. Y no es para menos. Celebran el desmantelamiento de la ley Dodd Frank. Aquella que puso en marcha su antecesor con la intención de que nunca más se produjera otro Lehman. No cree el nuevo presidente que se vaya a repetir eso de la crisis financiera que todo lo inundó en el 2008. Y por eso se ha propuesto derribar los muros que en su día levantó Obama para mantener a raya a los grandes bancos y evitar abusos. Está convencido Trump de que el exceso de regulación afecta a los negocios.

Así que ahora resulta que los grandes titanes de Wall Street a los que tanto demonizó durante la campaña por haber conducido al país -al mundo entero- al desastre, acusándolos incluso de corromper el sistema político, son los que más tajada van a sacar del cambio de presidente. Se frotan las manos, que para eso las tienen otra vez libres. No hay más que ver la alegría con la que han subido las cotizaciones de los grandes bancos en los escasos dos meses que lleva Trump en la Casa Blanca. Solo un apunte: la cotización de Goldman Sachs, ese que dicen que gobierna el mundo en la sombra, se mueve a sus anchas en la zona de máximos históricos. Y subiendo.

American first, sí; pero Wall Street, también.

En cualquier caso, no todo es mérito de Trump. Porque el dulce momento que vive la bolsa estadounidense es fruto también, y sobre todo, de la situación por la que atraviesa la primera economía del planeta. Disfruta del pleno empleo y de un crecimiento sostenido que dura ya seis años. Lento, sí, pero constante.

Falta por ver si eso que los analistas denominan Trumpeconomía seguirá convenciendo a los inversores cuando comience a plasmarse en reformas y medidas concretas. Como también está por ver el impacto de la subida de tipos de interés que acaba de acordar esta misma semana la Reserva Federal.

Los bancos se financian con el dinero de la Fed y si esta les cobra más por prestárselo, ellos harán lo propio con sus clientes en hipotecas, tarjetas de crédito, préstamos al consumo... Sale más caro eso de gastar.

Los grandes bancos, donde Trump ha pescado parte de los peces gordos de su Gobierno, se frotan las manos