
El del séptimo arte es un sector particular, un océano profundo inundado de egos.
Como director de cine, Héctor Carré (A Coruña, 1960), ha sabido nutrirse de ellos porque, para él, un líder «es alguien que tiene un objetivo claro y sabe motivar a un grupo de gente que participa en su consecución». Solo de esa forma podrá lograr que cada uno «dé lo máximo que lleva dentro». Para él es fundamental escuchar a la gente porque «cuando eres justo, logras los mejores resultados. Hay que respetar el trabajo del director artístico, el del encargado de maquillaje... El interés de la película tiene que estar por delante del ego y, muchas veces, en cine, el líder es quien también tiene que controlar su propio ego».
Lidiar con él parece ser algo que no le cuesta o, más bien, interpreta como una tarea asumida o inherente al papel de director que, a su vez, ha de responder ante un productor. Recuerda que «todo el mundo habla del ego de los actores, pero eso es porque los conoce más que a los directores. En el caso de los egos, todo el mundo tiene el suyo. Es como la sonrisa. No hay que pensar en él, basta con ser justo, con saber lo que quieres hacer y respetar a todo el mundo». Por eso no le importa que pueda tener bajo sus órdenes a un presumido, o no, lo importante es que haga su trabajo.
El líder también ha desempeñar correctamente el suyo, que es liderar. Para hacerlo hay que motivar, confiar. «Normalmente -dice- quien mejor resuelve esa labor es aquel que más respeta el trabajo de los demás. Los que tienen más dudas, más se escudan en la autoridad. Pero creo que eres muy tonto cuando haces eso». Porque, como añade, «en este trabajo el liderazgo está en saber coger lo bueno que tiene cada uno de los miembros del equipo y saber dirigir a todos ellos en una misma dirección».
A diferencia de sus compañeros de coloquio, no tendría opción de pensar dos veces qué hacer en caso de que alguno de los actores de una película le lanzara un órdago: «En este campo hay gente que resulta imprescindible. Tienes a Carmen Maura, como la tuve en su día, y cuando llevas la mitad de la película rodada resulta que le pasa algo, tienes un problema grande porque no puedes acabar la película». Por eso, cree que a veces el director «es un empleado del actor. Por ejemplo, tienes a Tom Cruise de protagonista, que además es productor. ¿Cómo le dices lo que ha de hacer?».
Como el suyo es un mundo basado en contar historias, Héctor Carré usa una para resumir cómo ha de ser un líder: «No todos los liderazgos pueden ser iguales. Hace algún tiempo hice un anuncio en el que coincidí con un foto fija que había trabajado con Stanley Kubrick. Aquel hombre nos contó cómo varios compañeros de aquel rodaje bromeaban entre ellos comentando que ‘el problema de Dios es que se cree tan listo como Kubrick’. Esa es la verdad. Kubrick no le dejaba tomar una decisión a nadie, pero era un director increíble. La cuestión es que no todos somos Stanley Kubrick». Porque lo que tiene claro es que «no es lo mismo el poder de decidir que tener la legitimidad para hacerlo». Esa, diría Shakespeare, es la cuestión.
Para el director, tener un objetivo claro y saber motivar al grupo es algo inherente al liderazgo
Para Héctor Carré es fundamental ser justo con el trabajo de los demás. | s. alonso