Ecología industrial

Fran Flórez CONSULTOR DE RED DOOR LAB

MERCADOS

25 feb 2018 . Actualizado a las 04:45 h.

El movimiento maker se basa en la democratización de la tecnología para que sea accesible y más sostenible. Pero también en la filosofía de «hazlo tu mismo». Hay toda una comunidad de makers ahí fuera deseando poder tener acceso a las herramientas digitales que les permitan desarrollar su talento y hacer realidad sus proyectos. En una economía de la sostenibilidad, el aprovechamiento de los recursos y de impulso de la innovación, el uso de herramientas de fabricación digital y aditiva, permite su uso eficiente de una manera sostenible y ambientalmente aceptable. La fabricación personalizada, cercana y de pocas unidas es la base del concepto maker, que enlaza y se fusiona con una ecología industrial inherente a la economía circular. La proliferación de centros de fabricación digital ha permitido a pequeñas empresas, emprendedores y profesionales el desarrollo de proyectos enmarcados en la filosofía de la innovación social. Normalmente, los centros maker cuentan con máquinas de fabricación sustractiva y aditiva. Impresoras 3D, ploters de vinilo, cortadoras láser, algún laboratorio de electrónica básica...

Estos espacios son el medio para hacer. Los proyectos dependen de la creatividad y de la capacidad de trabajo para generar trabajos interesantes. Lo que suele comenzar como un hobbie se puede convertir en un medio de vida. Los conocimientos que se entremezclan en personas con talento y ganas de desarrollar nuevos productos y servicios, suponen una gran ventaja competitiva, ya que son capaces de convertir las ideas en productos y servicios reales.

Ir a una ronda de financiación con un prototipo construido y funcional puede suponer un diferencial entre el éxito o el fracaso. No hablamos de grandes inversiones. Los materiales son asumibles y los tiempos de generación de prototipos se reducen al usar las máquinas de los centros de fabricación.