Carácter emprendedor desde la cuna

Sara Cabrero
Sara Cabrero REDACCIÓN / LA VOZ

MERCADOS

maría pedreda

Son hermanos, empresarios con negocios muy diferentes pero con algo en común, su olfato para montar compañías prósperas; estas familias han formado ideas de millones de euros

20 may 2018 . Actualizado a las 05:09 h.

Son empresarios desde la cuna. Lo llevan en las venas y lo comparten en sus genes. Han sabido convertir sus gustos y aptitudes, completamente diferentes, en casos de éxito en sus diferentes sectores. Ellos parecen demostrar que el emprendedor no se hace sino que nace. Dicen los expertos que las capacidades emprendedoras son innatas a muchas personas y que el ambiente familiar y la educación consiguen potenciarlas. Estos clanes familiares son un claro ejemplo de ello.

Maye Musk ha tenido mucho que ver en el éxito de sus retoños. La educación de esta madre, que llegó a simultanear cinco empleos diferentes para cuadrar las cuentas a fin de mes, ha moldeado el carácter de tres de los grandes empresarios americanos. En su casa crecieron y forjaron su capacidad emprendedora Elon, Kimbal y Tosca Musk. El encargado de situar el apellido familiar en las páginas de los grandes diarios económicos fue el primogénito. De su cabeza salieron proyectos millonarios como PayPal, Tesla o SpaceX, negocios que se han traducido en una fortuna de 17.400 millones de dólares. Pero Elon no es el único que ha sabido convertir sus ideas en oro. El segundo de los hermanos, Kimbal, ha dirigido su camino por otros derroteros, pero también consiguiendo un importante éxito. Al igual que Elon, ha fiado su futuro a la tecnología, pero con un objetivo totalmente diferente. El mediano de los Musk se ha propuesto revolucionar la manera de comer; y lo hace con un sinfín de proyectos -entre los que hay restaurantes o programas de producción de verduras en contenedores- con los que pretende demostrar que es posible cambiar la forma de producir alimentos virando hacia una economía sostenible a la vez que interesante para el bolsillo. La hija menor, Tosca, tampoco se ha quedado quieta. Ella se decanta por el sector audiovisual y actualmente está desarrollando el lanzamiento de PassionFlix, el Netflix para películas románticas.

Al abrigo del pelotazo empresarial que supuso la cadena de supermercados Walmart en Estados Unidos creció y se formó la saga familiar de los Walton. El cabeza de familia, Sam, fundó en 1962 junto a su hermano James unos discretos grandes almacenes que con el tiempo se convertirían en uno de los negocios más jugosos al otro lado del charco. Y en ese ambiente de éxito se educaron Jim, Alice, S. Robson y el fallecido John. El benjamín, Jim, entró en el consejo de administración de Walmart en el 2005 tras la muerte de su hermano John en un accidente de avioneta. Él es el encargado de dirigir la compañía de servicios financieros de la familia, Arvest Bank. Alice Walton pasa sus días en un rancho de Texas donde cría caballos y vive una vida aparentemente normal. Lo suyo es el arte. Alejada de los negocios más frugales, la que es considerada una de las mujeres más ricas de EE.UU. dirige el Museo de Arte de Crystal Bridges en Bentonville, cuya colección está valorada en cerca de 500 millones de dólares. El primogénito, S. Robson Walton, ha sido el encargado de heredar el quehacer diario de su padre, y actualmente dedica su día a día a la gestión de la gran obra de la familia: Walmart.

En España también hay apellidos que son sinónimo de éxito. Es el caso de la familia Roig, una saga valenciana que forjó su espíritu emprendedor en una carnicería reconvertida tiempo después en un ultramarinos. De esta experiencia saldría la archiconocida marca de Mercadona, que dirige Juan Roig, la cara más visible del clan. Pero el gen emprendedor también lo lleva impreso en su ADN el hermano mayor. Fernando Roig es actualmente propietario y presidente de la industria cerámica Pamesa y además cuenta con presencia en el sector de la energía eólica a través de la firma Renomar. El apellido de las Koplowitz alterna su presencia en las páginas salmón de los periódicos y en las más típicas de la prensa rosa. El suyo también es un caso de éxito. Las hermanas Esther y Alicia heredaron una jugosa fortuna de su padre, Ernesto, fundador de la constructora FCC. En 1998, tras surgir varias diferencias entre ambas, Alicia decide vender sus acciones por 870 millones, un dinero con el que funda Omega Capital, una sociedad de inversión que la aleja un poco de la actividad de su familia.

Otro de los casos llamativos es el de los hijos de Antonio Brufau, presidente de Repsol. Sus tres retoños han sido capaces de labrarse un nombre en mundos alejados del petróleo. Antón, el mayor, fundaba en el 2014 el Grupo Canelita, una sociedad a través de la cual gestiona el restaurante ecológico OhBo, un establecimiento de referencia en Barcelona. El menor, Jordi, tiraba por el negocio del hospedaje con su empresa Falcó Gestión Rural, que cuenta en su cartera con uno de los grandes hoteles de la Costa Brava. Roser, la única hija del presidente de la petrolera, optaba por el textil y dirige la marca Som les dues, una tienda online en la que vende fulares de lujo con precios de entre 80 y 180 euros.

Con acento gallego

En Galicia también hay familias emprendedoras desde la cuna. Los hermanos Alonso centran su atención en dos sectores que no tienen nada que ver entre sí: el conservero y el textil. Jesús Manuel Alonso cogía el relevo de su padre al frente del grupo Jealsa, la firma de conservas cuya cifra de negocio se sitúa por encima de los 500 millones de euros y que actualmente cuenta con más de 2.000 trabajadores. Puri Alonso, por su parte, se quedaba con la línea de moda y ocupaba la presidencia de Jealfer, una marca que este año daba un paso más hacia el crecimiento tras rescatar de los juzgados Viriato.