El dinero busca refugio para capear el temporal que acecha los mercados

MERCADOS

Juan Salgado

Los inversores se repliegan al calor confortable del oro, el bono alemán o el franco suizo. El metal dorado sigue siendo un valor seguro y rentable más allá del petróleo y las materias primas

18 ago 2019 . Actualizado a las 15:44 h.

Nombrar la recesión a menudo es invocarla. Existe el riesgo de que a base de repetir malos augurios estos se conviertan en una profecía autocumplida. Con más razón si las voces de alarma llegan a oídos de los mercados, donde el murmullo de un canto rodado puede provocar una estampida.

Desde el segundo semestre del 2018 el runrún de una nueva tormenta económica no deja de resonar entre las paredes de los principales parqués europeos. Hay síntomas muy claros de que las cosas no están marchando bien, por eso en las últimas semanas las bolsas se desplomaron hasta niveles nunca vistos desde el estallido de la crisis financiera del 2008, arrastrando consigo la confianza de los inversores quienes no han dudado en moverse rápido este año para poner a salvo su dinero.

Las viejas compañías y la banca tradicional que cotizan en bolsa ya no colman ni el hambre de beneficios ni la inquietud de los inversores, quienes apuestan por poner su capital a buen recaudo en valores más seguros como el oro o el bono alemán. Clásicos que siempre repuntan cuando se otean nubarrones en el horizonte.

Esa misma tendencia es la que se pudo observar a principios del mes de agosto. Las vacaciones de muchos europeos y estadounidenses arrancaron en negro con el Nasdaq cayendo un 3,9 %, el S&P un 3,1 %. El Eurostoxx anotó un desplome del 4,2 % y el Ibex se dejó un 3,5 %. ¿A dónde ha ido a parar el capital fugitivo? De la renta variable a los brazos del oro. El metal dorado sigue siendo predecible, seguro y rentable a largo plazo en un entorno de extrema volatilidad donde el petróleo o las materias primas ni siquiera ofrecen garantías. Su cotización no ha dejado de crecer desde finales del 2017 hasta alcanzar este mes su máximo de los últimos cinco años (1.364 euros la onza), cerca de su pico de septiembre del 2011 (1.633 euros la onza), en pleno pánico financiero. En esa carrera, le sigue en paralelo el bictoin. Recuperado de su colapso el año pasado, la criptomoneda ha duplicado su valor en los últimos tres meses hasta superar los 9.000 euros. Sus reservas son igual de limitadas que el oro.

Y si hay que hablar de valores seguros, ahí está la deuda pública. Las dudas que se ciernen sobre la economía alemana, la cual se contrajo un 0,1 % en el segundo trimestre del año, han provocado que el dinero busque la protección del bund germano a diez años, en mínimos históricos de rentabilidad (-0,6). Los títulos de deuda a 30 años también están en terreno negativo.

Escenario europeo

Algo parecido ocurre con sus pares europeos. Las perspectivas paupérrimas de crecimiento de la eurozona se suman a la caída de un 1,6 % de la producción industrial en el mes de junio. Eso ha propiciado que el capital busque el paraguas de la deuda pública. El bono español está en mínimos (0,2), igual que el francés (-0,3) y, pese a la incertidumbre política, el italiano (1,6). Se podría pensar que, a priori, el que un país pague menos intereses por financiarse es positivo para sus finanzas, pero las señales en los mercados apuntan en otra dirección. «Ciertamente esta caída del tipo del bono alemán por debajo de cero no augura nada bueno para la economía europea en términos de crecimiento y pone en cuestión la estrategia del BCE de bajar aun más los tipos de interés», señaló el presidente de Renta 4, Juan Carlos Ureta. El presidente del BCE, Mario Draghi, está dispuesto a emprender nuevas bajadas de tipos antes de hacer las maletas y abandonar Fráncfort. Y tiene razones de peso para ello. A falta de políticas fiscales más expansivas y audaces en las grandes economías del euro, como Alemania, al BCE no le queda otra alternativa que volver a remar en solitario para salvaguardar la estabilidad de la eurozona a las puertas del brexit (31 de octubre) y en medio del fuego cruzado entre Estados Unidos y China, quienes han desatado una guerra arancelaria que puede arrastrar consigo a la economía mundial.

Mario Draghi acometerá más bajadas de tipos antes de hacer las maletas para dejar Fráncfort

Las señales enviadas por Draghi conducen hacia una nueva dosis de flexibilidad monetaria. Una mala noticia para los bancos que cotizan en bolsa, quienes insisten en revertir la estrategia del dinero barato. «En la UE el sector bancario tuvo un rendimiento significativamente bajo debido a las preocupaciones por su bajo nivel de rentabilidad», explica la Comisión Europea en su último informe de previsiones económicas.

Toques de corneta

Al otro lado del Atlántico, la Reserva Federal (FED) ha escuchado los toques de corneta y en julio ejecutó el primer recorte de tipos (0,25 %) desde el 2008. La economía estadounidense sigue creciendo a mayor ritmo que la eurozona, crea empleo y mantiene la inflación de raya, pero toda prudencia es poca. «La rebaja tiene la intención de actuar como seguro contra los riesgos de un crecimiento global débil y la incertidumbre en las políticas comerciales», aseguró el presidente de la FED, Jerome Powell. Unas políticas comerciales que tienen nombre propio: Donald Trump. La estampida en las bolsas lleva su firma. El presidente norteamericano aplazó a diciembre la decisión sobre una nueva ronda de aranceles del 10 % a en importaciones chinas. ¿Cumplirá su amenaza? Los expertos creen que la reyerta acabará en acuerdo. Pero el magnate es impredecible y los mercados no excluyen el riesgo: «Este riesgo, como el de que otro outsider de la política global, Boris Johnson, vaya a un brexit duro, son posibilidades que no hay que descartar totalmente y que tendrían un efecto muy negativo sobre las bolsas», señaló Ureta.

La inestabilidad, las tensiones económicas y el miedo a que la crisis estalle con el capital dormitando al raso ha empujado a muchos inversores a refugiarse de nuevo en divisas como el franco suizo o el yen japonés, considerados valores refugio. La espantada se produce en plena refriega entre el dólar y el yuan chino.

Algunos expertos auguran una recesión en los próximos 12 meses si se mantiene este escenario

Las autoridades del gigante asiático bajaron el valor de su moneda como respuesta a la ofensiva arancelaria de Washington. Con una moneda más débil es más fácil exportar. Pero a nadie le interesa tener en su cartera monedas devaluadas, por eso hay un trasvase de inversión hacia monedas más fuertes. Para evitar una apreciación excesiva del franco y daños a su industria manufacturera y exportadora, en horas bajas, el Banco Nacional Suizo se dispuso contraatacar vendiendo francos y comprando monedas de rivales comerciales.

Algunos gestores auguran una recesión en los próximos 12 meses. Con ese horizonte, el dinero podría apurar los plazos, arriesgando más en busca de más beneficios, o continuar con el repliegue gradual al que hemos asistido en los mercados en los últimos meses.