Kemegal: el laboratorio arousano que idea cualquier solución química

MERCADOS

Martina Miser

Bajo el principio de poder ofrecer siempre el producto o la metodología que mejore la productividad de sus clientes, en sus 14 años de historia, la compañía ha antepuesto la investigación y el desarrollo al crecimiento de la cuenta de resultados

20 jun 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

«Somos una empresa con un muy marcado perfil de innovación. Si tenemos la solución que requiere nuestro cliente, perfecto. Si no, la creamos. Siempre digo que somos un laboratorio de desarrollo que fabrica productos, no una fábrica que tiene un laboratorio». De esta forma condensa Miguel Ángel García Miguéns (Vilagarcía, 1978) la actividad de Kemegal. Una firma dotada de un personalísimo perfil en el sector de la producción química en Galicia, en aras del modelo de crecimiento abrazado por su director general y socio fundador.

La Investigación, Desarrollo e Innovación (I+D+I) figuran en Kemegal como principio y fin innegociable, antepuesto incluso por encima de la línea evolutiva del balance contable. Con la participación en la última década en hasta cinco proyectos con fondos europeos para el descubrimiento de nuevas técnicas y productos en los sectores de la alimentación y la madera.

La suma a lo anterior de una extrema capacidad adaptativa al mercado permitió a la firma vilagarciana hacer valer esa vieja acepción asiática de crisis como oportunidad. Refugiada en tan solo tres de los 460 productos de creación propia de un portafolio enriquecido durante trece años, Kemegal cerró el 2020 con la mayor facturación de su historia, 1,8 millones de euros, multiplicando por 4,5 los 400.000 euros del 2019. Volcándose en la venta de gel hidroalcohólico, con picos de producción de casi 80.000 litros a la semana, una solución alcohólica para la limpieza de superficies y un desinfectante para suelos. «Nos reinventamos. Si no le hubiéramos dado una vuelta radical al negocio tendríamos que haber parado», dice García Miguéns.

El progresivo regreso a la normalidad tras la última ola de covid-19 ha devuelto a Kemegal a su actividad habitual, cuyo grueso se concentra en la venta y servicio de procedimientos y productos químicos de todo tipo al sector de la alimentación; desde detergentes industriales a disolventes o anticongelantes.

La gran fortaleza de Kemegal es, explica su director general, su vocación de establecer una relación «emocional» con el cliente. ¿Cómo? «Haciéndolo partícipe del desarrollo de nuestro producto», precisa. Así, la actividad de su firma empieza con una visita al potencial cliente para conocer «sus procesos. Estudias lo que están utilizando», apunta García, «y su forma de hacerlo para encontrar dónde puedes introducir mejoras, con un producto que ya tengamos en nuestro portafolio o una metodología diferente. Y si no las tenemos, las desarrollamos en nuestro laboratorio». Una solución química y física que, de ser adquirida, incluye la formación del personal del cliente en los nuevos productos y usos, y la opción de añadir un acompañamiento integral para su mejora continua y el control de calidad de su producción.

La vocación de Kemegal por el I+D`+I tiene reflejo en su inscripción en el Registro Nacional de Pymes Innovadoras del Ministerio de Ciencia, Innovación y Universidades desde el año 2018. Un reconocimiento a su participación, en diferentes consorcios asociado a grandes compañías como Cupa, Cespa, Coren o Espina y Delfín, en cinco proyectos colaborativos respaldados con fondos europeos. La mayoría de ellos, señala el director general de Kemegal, «han dado lugar a productos en fase de patente y sin competencia directa, con alto valor añadido y que se salen de lo existente en el mercado».

Una solución detergente a partir de residuos de poliuretano, el desarrollo de un biocida contra un parásito digestivo de los conejos, un tratamiento alternativo a los biocidas convencionales para las piscinas de truchas de acuicultura, el desarrollo de detergentes a partir de la lignina -residuo hasta ahora no reciclable en la producción de celusosa- y la eliminación de residuos de gluten en plantas de procesado de alimentos son las ambiciosas líneas que concentraron buena parte de la actividad de I+D+I de Kemegal entre 2013 y 2018.

Miguel Ángel García subraya la extrema dificultad que, para una empresa pequeña como la suya, tiene mantener la apuesta por el I+D+I. Y en esta circunstancia se inscribe la entrada en mayo del 2020 en el accionariado de Kemegal del grupo IDC Caldas S.A., con un 75 % del capital.

Martina Miser

«Nuestro plan de crecimiento es imparable: hemos sembrado mucho»

 

Pablo Penedo

IDC Caldas tiene entre su actividad principal la comercialización de productos químicos para la industria. Proveedor de Kemegal, la entrada en su capital ?el 25 % restante permanece en manos de Miguel Ángel García- consolida un proyecto que nacía en mayo del 2007 con tres socios. Su desde el primer día director general, entonces responsable de I+D+I de una firma del sector, un amigo comercial en la misma empresa y un inversor de Santiago. Lejos queda la primera nave que los dos promotores de Kemegal pusieron a punto, colocando desde la instalación eléctrica a la fontanería y tirando de un depósito de leche usado de 500 kilos motorizado con el que arrancaron su producción.

-¿A qué obedeció el reciente cambio de accionariado?

-Kemegal es una empresa con recursos humildes, con lo cual tenemos que ser creativos. Nuestros proyectos de I+D+I nos obligaron a hacer un esfuerzo muy importante y todos estos años hemos sufrido. Necesitábamos financiación para acometer nuevos proyectos. La alianza con IDC Caldas nos da lo que necesitamos y mucho más, permitiéndonos captar clientes que hasta ahora teníamos muy complicado que nos escucharan.

-¿Cuál es la proyección a futuro de Kemegal?

-Hoy somos 6 trabajadores. En 2022 contamos fichar dos empleados más para el laboratorio y el departamento comercial. En Galicia hay entorno a 30 empresas que hacen lo mismo que nosotros. Algunas, las del rango mayor, facturan de 10 a 15 millones al año. Ahí aspiramos a estar en unos 5 años.