El PIB per cápita de los europeos cayó un 4,4 %, en contraste con el desplome del 8 % de la riqueza de los gallegos que, más de dos años después, ven reducida su renta por la inflación
07 ago 2022 . Actualizado a las 05:00 h.La riqueza que genera un ciudadano luxemburgués a lo largo de un año (101.800 euros) es casi cinco veces mayor que la de un gallego (21.900 euros). Al menos, eso es lo que dicen las estadísticas de Eurostat. El producto interior bruto (PIB) per cápita del Gran Ducado es el más alto de la Unión Europea (UE). ¿Cómo lo han conseguido? Atrayendo a multitud de sociedades. El cebo: un sistema tributario que les permite reducir al mínimo las facturas fiscales. Bancos, consultoras o grandes multinacionales del consumo tienen un pie en el país, que tan solo cuenta con un cuarto de la población de Galicia. A más de 1.300 kilómetros de distancia, la postal es bien diferente. Si casi el 30 % de la riqueza de los luxemburgueses proviene del sector financiero, en torno al 6% de la de los gallegos la genera el textil, el gran motor de la economía, junto con el sector del automóvil.
En este rincón del noroeste peninsular se está más expuesto a las crisis, como demuestra el hecho de que la pandemia se llevó por delante el 8 % de la riqueza per cápita de los gallegos e hizo retroceder a la comunidad a umbrales de hace cinco años. ¿Qué pasó con nuestros vecinos más ricos? Los luxemburgueses capearon la crisis sin mayores problemas. Es más, su PIB per cápita creció un 0,89% (900 euros más al año). Y no son la excepción. En la región capital de Dinamarca (Hovedstaden), la más pudiente, los ciudadanos vieron crecer la riqueza per cápita un 1,31 %, hasta los 69.700 euros.
La brecha no solo se ha agrandado con la pandemia. Ambas regiones vieron crecer su PIB per cápita un 19 y un 27,4 % en los últimos diez años, frente al 9 % de Galicia. El coronavirus solo vino a agrandar un poco más las diferencias.
Ahora bien. ¿Cuánto nos hemos alejado del furgón delantero de regiones más desarrolladas de la Unión Europea? En su conjunto, la riqueza per cápita retrocedió un 4,47 %, en contraste con el 8 % de Galicia, así que se puede decir que hemos dado un buen paso atrás en la convergencia con las regiones más desarrolladas, incluso con aquellas que también han visto reducida su riqueza, como es el caso de Hamburgo (Alemania). Su PIB per cápita descendió un 4,31 %, hasta los 64.400 euros, prácticamente la mitad de las pérdidas encajadas por cada gallego. Eso sí, la pandemia vino a reducir las distancias, al menos de forma temporal, con las comunidades más desarrolladas de España, como Madrid, Cataluña o Baleares, cuyos PIB per cápita se desplomaron en el año 2020 de forma más acusada, un 11 %, 10,9 % y 22,7 %, respectivamente.
Desde entonces han pasado muchas cosas que han condicionado todavía más el proceso de convergencia de los gallegos con la renta media de los europeos. Y es que no es solo el PIB el que marca las distancias. Una región puede generar mucha riqueza, pero ver mermada la renta disponible por culpa de la inflación.
La amenaza de la inflación
Y eso es precisamente lo que está ocurriendo. A pesar de que la economía todavía mantiene cierto crecimiento inercial, la renta de las familias empieza a retroceder porque la vida se ha encarecido mucho más rápido.
A la brecha que todavía arrastraba en términos de PIB Galicia, región en transición, se suma ahora el impacto de la inflación. El índice de precios al consumo (IPC), que marca el encarecimiento de la cesta de la compra, ya se sitúa por encima del 11 % respecto a hace un año en la comunidad. La media en la UE se ubica en el umbral del 9,6 %. Teniendo en cuenta que el PIB del segundo trimestre en Galicia apenas avanzó un 0,8 %, según datos de la Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal (AIReF), mientras en la UE el crecimiento fue del 4 %, se podría concluir que la brecha entre rentas se está agrandando: «Si solo fuera por la pandemia, no habría efectos duraderos, pero a largo plazo no me atrevería a decirlo. Hay otros factores que están pesando, como la guerra en Ucrania, el transporte o la inflación», sostiene el catedrático de Economía de la Universidad de Cantabria, José Villaverde. Esos factores se ceban con las economías que arrastran más problemas estructurales, como la baja productividad y la escasa inversión pública en innovación que, según los informes de competitividad de la Comisión Europea, caracterizan a Galicia.
El 54,5 % de los hogares gallegos perdieron entre 1.000 y 5.000 euros durante la pandemia. Dos de cada diez dijeron adiós a más de 5.000 euros de sus ingresos anuales, según el Instituto Galego de Estadística (IGE). Y un dato anticipa nuevas pérdidas de renta tras la tregua del 2021: España es el segundo país europeo donde más se hundieron los ingresos per cápita (un 4,1 %) en el primer trimestre del año, en comparación con el recorte del 1,9 % de los franceses y del 1,7 % de los alemanes, según la OCDE. Teniendo en cuenta que la inflación en Galicia (11,1 % en junio, último valor disponible) es más alta que la media española (10,2 % en ese mismo mes) y el ritmo de crecimiento estimado es menor, se puede deducir que las pérdidas para el bolsillo de los ciudadanos serán mayores en la comunidad gallega, que se ha caracterizado desde el 2000 por un ritmo ágil para converger con la media europea, según apunta la organización en un informe.
Salarios
La ralentización de la actividad y la inflación persistente son las principales amenazas a la convergencia, pero no hay que perder de vista la evolución de los salarios. En Alemania, en los primeros meses del 2022 ya estaban subiendo por convenio en torno a un 4 %. En Francia, alrededor de un 3 %. En España, y en Galicia, donde la vida se ha encarecido con más rapidez, apenas acumulan una subida media del 2,4 %, recortando más la renta disponible de los hogares.
La brecha productiva separa a la región de las más competitivas de Europa
Al contrario de lo que suele ocurrir durante las crisis económicas, en la pandemia se redujo la distancia entre la riqueza de los gallegos y la de madrileños o catalanes. Pero no ocurrió lo mismo con la de las regiones más desarrolladas de países como Alemania o los Países Bajos. ¿Por qué? En el conjunto de España, Galicia no ocupa una posición destacada como potencia turística, el sector más golpeado por las restricciones a la movilidad. Sí es una fuente de ingresos importante para las comunidades del Mediterráneo. Y, a diferencia de regiones con gran peso industrial, como el País Vasco, en Galicia sigue teniendo una importancia estratégica el sector primario, que cogió impulso en los meses de encierro. Eso explica que haya capeado mejor el temporal y, aunque vio reducida su renta disponible per cápita, consiguió arañar puestos —de duodécima en el 2019 a novena en el 2021, según el INE—.
Ahora bien, su economía, donde predomina el sector servicios, es menos productiva y competitiva que la media europea. «Arrastramos un problema: la estructura productiva del país, con un sector servicios muy desarrollado, pero que es poco productivo. En cuanto vienen mal dadas, la caída es más profunda», explica Villaverde.