Oliver Blume, el nuevo motor de Volkswagen

MERCADOS

abraldes

El también máximo ejecutivo de Porsche ha cumplido uno de sus objetivos: el debut en la Bolsa de Fráncfort de la prestigiosa marca de coches, que vale ya más del doble que su rival, Ferrari

02 oct 2022 . Actualizado a las 11:48 h.

Nació en Braunschweig, una localidad de la Baja Sajonia germana, a escasa distancia de Wolfsburgo, la ciudad que vio nacer a Volkswagen. Y lo hizo en un año rebelde, el de 1968. De haberlo sido él también, ahora Oliver Blume, que es quien nos ocupa hoy, no tendría nada que ver con la automoción. Creció en uno de los corazones mundiales de la industria automotriz, rodeado de proveedores y empresas relacionadas con el sector. Y bien podría haber renegado de todo aquello que impregnó su infancia. Pero, no lo hizo. Muy al contrario: terminado el bachillerato, inició los estudios de Ingeniería Mecánica en la Universidad Técnica de Braunschweig. Y en 1994 ya estaba trabajando como aprendiz en Audi. En el taller de pintura. Y de ahí, paso a paso, hasta llegar a la cumbre. Tanto, que acaba de hacerse con los mandos del gigante de la automoción germana, en sustitución de Herbert Diess, cuyo relevo forzó en julio el consejo de supervisión — presionado por las familias Porsche y Piëch, los propietarios—, tras cuatro años al volante.

Ha sido a base de tesón. Como corresponde a un entusiasta del deporte aficionado a las medias maratones. Y de formación. Porque, consciente de que era precisamente eso lo que le asfaltaría la carrera, decidió doctorarse en Ingeniería de Automoción por la Universidad Tongji de Shanghái. Fue en el 2001.

Después de aquello, pasó cinco años en Seat, encargado de la planificación y del centro de sus series piloto. De ahí, a llevar las riendas de la producción de Volkswagen. Hasta que en el 2013 desembarcó en Porsche. Dos años más tarde, sustituía a Matthias Müller como consejero delegado de la compañía, después de que este último asumiera los mandos de Volkswagen tras la abrupta salida de Martin Winterkorn, salpicado de lleno por el escándalo del dieselgate.

Sus logros al frente de Porsche lo han catapultado ahora hasta lo más alto del gigante teutón. Sigue siendo también el máximo ejecutivo de Porsche, donde esta semana ha culminado uno de sus sueños: sentar al volante de uno de esos lujosos modelos a cualquiera con un poco de dinero en los bolsillos. De manera indirecta, claro: comprando acciones de la compañía, que ha debutado esta semana en la Bolsa de Fráncfort con un valor de 75.000 millones de euros, dos veces más de lo que vale su rival Ferrari. La mayor OPV en más de una década. Desde el estreno en el parqué del gigante suizo de las materias primas Glencore. Casado y con dos hijas, dicen de él que es un hombre reservado. Que eso de ser el centro de atención le produce urticaria. Que es mucho de trabajar en equipo. Y que tiene un gran corazón. Debe de tenerlo porque quien lo asegura no es cualquiera. Lo dijo Uwe Hück, jefe del comité de empresa de Volkswagen, cuando Blume fue nombrado CEO de Porsche.

Les cuento, además, que tiene este alemán un fuerte vínculo con España. Al margen de haber ocupado cargos de relevancia en Seat; o quizá, precisamente por eso. Su mujer, Petra Blume, que también es germana, fundó en el 2005 YBT, Your Barcelona Team, una empresa que se dedica a organizar saraos y que tiene su sede en la Ciudad Condal. De ahí que su vida lleve años a caballo entre la capital catalana y su Alemania natal. Su principal reto ahora: la carrera por la electrificación. De momento le gana el pulso a Tesla en Europa.

.