Jack Dorsey, el hombre que come poco y medita todo y más

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El cofundador de Twitter ha salido a la palestra para pedir disculpas después de lo ocurrido con la entrada en la compañía de Elon Musk

13 nov 2022 . Actualizado a las 10:05 h.

Ha entrado Elon Musk en Twitter como un elefante en una cacharrería. Fiel a su estilo. Nada extraordinario viniendo de él. Su primer movimiento: un caótico plan de despidos que se ha llevado por delante a prácticamente la mitad de la plantilla. Tan caótico, que incluyó en la lista de afectados, compuesta por 3.700 personas, a empleados clave para el futuro de la compañía. Claro que luego ha tenido que dirigirse de nuevo a ellos para pedirles encarecidamente que vuelvan, diciéndoles que todo había sido un error y que necesita de sus servicios porque su labor y su experiencia resultan determinantes para los planes que el magnate tiene sobre su mesa para la firma del pajarito azul. No había caído en ese pequeño detalle el sudafricano. Y es que, las prisas, nunca son buenas.

Y, tan traumático también el tijeretazo, que hasta el enigmático Jack Dorsey (San Luis, Misuri, 1976), uno de los cuatro fundadores de Twitter y durante años principal ejecutivo de la compañía, ha salido a la palestra para pedir disculpas. Dice sentirse responsable y entender perfectamente que muchos de los que han sido puestos de patitas en la calle estén ahora enfadados con él. Y lo dice porque considera que la culpa de que Musk haya desembarcado en la compañía la tiene él, por haberla hecho crecer demasiado rápido, colocándola en una situación delicada. Y ha dicho todo eso, como no podía ser de otra manera, en su perfil de la red social.

Sorprende la salida a escena de Dorsey, ya no solo por su entonación del mea culpa, sino, también, y sobre todo, porque no es que el de Misuri se prodigue mucho desde que abandonó Twitter hace ahora algo menos de un año. «Después de 16 años trabajando en la compañía [...] he decidido que es el momento de irme». «Me voy porque creo que la empresa está lista para dejar atrás a sus fundadores», apuntaba entonces el excéntrico empresario. Y es que, si peculiar es Musk, tampoco se queda corto Dorsey en extravagancias.

Lo suyo es la meditación y pasar hambre. Porque, por mucho dinero que tenga en el banco —tanto como 4.400 millones de dólares, según Forbes—, él lleva una vida de lo más espartana. Tan frugal es la cosa, que solo hace cinco comidas a la semana. De lunes a viernes. A la hora de la cena. Los fines de semana, ni eso. Asegura que esos ayunos tan prolongados le inspiran. Que le proporcionan una productividad que no podemos ni llegar a imaginar.

Cualquier abuela, gallega o no, le diría que eso no son más que sandeces, y que lo que de verdad le entona a uno el cuerpo y la mente es un buen cocido. Él se lo pierde. 

En lo de la meditación también se emplea lo suyo. Practica la Vipassana, una de las técnicas más antiguas de la India. Exige, entre otras cosas, permanecer diez días en absoluto silencio para ver las cosas tal como son, que es precisamente a lo que conduce, según dicen sus practicantes. Inevitable que a una se le pase por la cabeza que no le vendría mal a Musk un poco de Vipassana de vez en cuando. Más que nada, por aquello de que deje de subir el pan cada vez que el genio de Tesla abre la boca.

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