
Hace tres años la actividad económica se paralizó como consecuencia del confinamiento por la pandemia del covid-19. Europa, Estados Unidos y Japón, entre otras economías, bajaron en el 2020 el precio del dinero introduciendo liquidez en los mercados para estimular la demanda y la inversión. La combinación de bajas por enfermedad, unido a las dificultades y restricciones en la movilidad, provocaron que para muchas empresas no fuera posible suministrar los inputs necesarios para el desarrollo de la producción y del comercio.
Debido al confinamiento, el ahorro alcanzó proporciones históricas. Cuando acabó, se liberó e hizo que se produjera un incremento en la demanda. Este incremento, unido a los bajos tipos de interés y a las perturbaciones en la logística, provocaron una escalada inflacionista que se agravó en el 2022 debido a la invasión de Ucrania por Rusia.
La tasa de variación anual del Índice de Precios al Consumo, IPC, ha vuelto a subir en el mes de febrero situándose en el 6,0%. La subyacente —la que no tiene en cuenta ni los productos energéticos ni los alimenticios sin elaborar, debido a que son componentes cuyos precios sufren grandes fluctuaciones— alcanza el 7,6 %, la más alta desde 1986. Por otra parte, los precios de los alimentos se disparan al 16,6 % y, por tanto, parece que la rebaja del IVA en la cesta de la compra básica ?que no incluye carne ni pescado? no ha atenuado los efectos de la subida. Según destaca el INE, ese aumento del 16,6 % en los alimentos está influenciado por el incremento de los precios de la carne, la legumbres y las hortalizas.
En este sentido, la subida de la inflación ha provocado una reacción de los bancos centrales incrementando los tipos de interés. La Reserva Federal los ha subido al 4,75%, y el Banco de Inglaterra también ha decidido aumentarlos en medio punto y situar en el 4% el precio del dinero. Por otra parte, Christine Lagarde, presidenta del Banco Central Europeo (BCE), ha asegurado que la institución que dirige tomará las medidas que sean necesarias para doblegar la inflación hasta lograr el objetivo del 2 %. En marzo, subió los tipos hasta situarlos en el 3,5 %, siguiendo adelante con su hoja de ruta, a pesar del pánico desatado en los mercados financieros por las crisis de Silicon Valley Bank y Credit Suisse.
El riesgo de la subida de los tipos de interés tiene dos vertientes. Por un lado, aumenta la posibilidad de recesión y, por otro, encarece la financiación. Las consecuencias para las familias, las empresas y el Estado pasan por una financiación más cara, que hará subir las cuotas de las hipotecas, dificultará los proyectos de inversión empresarial e impulsará la prima de riesgo y el coste de la deuda pública.
La pandemia y la guerra de Ucrania han puesto en entredicho la globalización, el proceso que más ha cambiado la estructura económica mundial en las últimas décadas. Trabajos realizados por el Real Instituto Elcano constatan una desglobalización con la pandemia, particularmente en su dimensión económica, consolidando o acelerando la tendencia de los últimos años hacia una globalización más suave.
El impacto es además mayor del pronosticado, debido al distinto comportamiento de algunas de las variables. Queda por dilucidar qué parte de este comportamiento es coyuntural y qué parte se transformará en rasgos estructurales de una nueva etapa de la (des)globalización.
Isabel Novo Corti. Catedrática de Fundamentos del Análisis Económico.Universidade da Coruña