El niño listo que quería ser Jobs

MERCADOS

abraldes

21 abr 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

Lleva tres años entregado en cuerpo y alma a una misión: la de entrar en el mercado de la automoción. Un terreno que se ha tornado en aguas pantanosas para otras grandes tecnológicas como Apple. Pero a él los fracasos ajenos no lo arredran. Acaricia el sueño de convertirse en uno de los cinco mayores fabricantes de coches del planeta en un plazo de 15 o 20 años. Y no va a escatimar esfuerzos.

Está acostumbrado a salirse con la suya. Y ambición no es precisamente algo que le falte a Lei Jun (Xiantao, Hubei, China, 1969), el fundador del imperio de los móviles de bajo coste Xiaomi, hoy convertido en el tercer mayor vendedor de smartphones del mundo, solo por detrás de Samsung y Apple.

Tan enfrascado anda en esta misión que a principios de este mismo año decidió dar un paso al lado y ceder las riendas de la división de móviles de la compañía para centrarse en el negocio de los coches eléctricos. Y, puede estar satisfecho. Ha empezado la aventura con el mejor de los pies.

Su primera criatura, el SU 7, no ha podido tener una acogida mejor. Su lanzamiento se anunció a finales del año pasado. Fue presentado en sociedad en el último Mobile World Congress de Barcelona. Y salió a la venta hace solo unos días. A los pocos minutos de pisar el mercado, ya había 10.000 reservas; y en poco más de 24 horas, ya eran 100.000. Tal ha sido el apetito de los compradores, que se han quedado sin stock para este año, en el que sus previsiones pasaban por colocar entre 24.000 y 100.000 vehículos. Así que han tenido que imprimir un ritmo frenético a la producción. La espera para muchos de los compradores se alarga hasta los siete meses, y la multinacional de Shenzhen no quiere decepcionar. Intenta a toda costa acortar esos plazos.

Diez mil millones de dólares en diez años, un equipo de 4.400 ingenieros y expertos en la materia, y una alianza con el fabricante de vehículos chino BAIC. Esa es la apuesta del empresario en la ruleta del coche eléctrico.

Como otros muchos de los magnates chinos que pueblan las listas de los más ricos del planeta, Lei es un hombre hecho a sí mismo que salió en su día de la China rural para labrarse un futuro, dio con la tecla y acabó en la cima del mundo.

La pasión por la electrónica le venía de serie. De niño disfrutaba desmontando y volviendo a montar cuanto aparato tenía al alcance. Sobre todo, radios. De sus manos salió la primera lámpara eléctrica que hubo en su pueblo. La fabricó con una bombilla, dos pilas y una caja de madera que él mismo construyó. No es extraño, pues, que en el vecindario se refirieran a él como «el niño listo».

Esa pasión lo llevó más tarde a licenciarse en Informática en la Universidad de Wuhan. Un día fue a parar a sus manos un libro sobre el nacimiento de la industria informática (Fuego en el valle, de Paul Freiberger y Michael Swaine). Cayó rendido a los pies de Steve Jobs. Y aunque trabajó para muchos otros, en su fuero interno anidaba el sueño de crear su propia empresa y emular al mago de Apple. Lo alumbró en el 2010, cuando fundó Xiaomi junto a otros seis socios que apenas conocía. Catorce años después de aquello, ahora quiere hacerle sombra a otro mago de la tecnología. Algo más excéntrico y polémico, eso sí: Elon Musk, el creador de Tesla.

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