La poliglobalización y los escenarios de futuro

Fernando González Laxe
Fernando González Laxe CATEDRÁTICO EMÉRITO DE ECONOMÍA APLICADA. UNIVERSIDADE DA CORUÑA

MERCADOS

María Pedreda

La nueva era de la desglobalización trae consigo un nuevo orden mundial que propicia nuevos equilibrios de influencia y poder. Otras formas de gobernanza y de centros de poder han dado origen a una sociedad más poliédrica que evidencia renovadas formas de interrelacionarse. Un nuevo mundo mucho más vinculado a los territorios.

08 sep 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

El orden mundial está cambiando a una velocidad sin precedentes. Unos afirman que es un cambio disruptivo; otros, que los avances tecnológicos modifican el equilibrio de poder al alterarse las condiciones de prosperidad y seguridad. Lo que no hay duda es que la globalización, como la teníamos definida, se ha visto modificada. En la actualidad, presenciamos una globalización desregulada, en la que tienen cabida la fragmentación política y productiva; el proteccionismo económico; y los extremismos ideológicos de exclusión, aspectos que hacen que el mundo se encuentre muy tensionado.

Dos elementos son claves a la hora de interpretar el actual entorno global. El primero, hace referencia a la conformación de nuevos espacios funcionales. Son muy diferentes a los geográficos, pues coexisten infraestructuras y desarrollos tecnológicos de diversas intensidades y variedades. Definen una nueva cartografía de conectividad y, con ello, nuevas constelaciones geográficas y económicas. En síntesis, nuevos equilibrios de poder e influencia. El segundo elemento es que dichas conexiones acentúan las vulnerabilidades y, por tanto, las dependencias y pérdidas de soberanía. Recientes acontecimientos, como los derivados de las agresiones huties en el mar Rojo o las guerras comerciales internacionales, confirman las rupturas y desajustes de las cadenas globales de valor que afectan a la composición y funcionamiento del propio sistema capitalista.

Como consecuencia de dichas circunstancias, emergen nuevas formas de gobernanza multilateral junto a diferentes marcos organizativos y distintas actuaciones de los actores. Se generan transformaciones de los centros de poder estatales clásicos y se incentiva la difusión del poder hacia las corporaciones financieras, tecnológicas e industriales. Esta nueva configuración multipolar acentúa la rivalidad creciente entre los agentes y, obviamente, propicia el relanzamiento del concepto de la seguridad y el papel de las instituciones multilaterales, favoreciendo la redefinición de las nuevas alianzas y aliados.

Dicho de otra manera, la poliglobalización aceleró la interdependencia. Pero dicho proceso no llegó a consolidarse en organizaciones multilaterales fuertes, ni evitó el desplazamiento del poder hacia actores no estatales, debido a la fuerte intensidad de los procesos de innovación tecnológicos y del continuo crecimiento de la conectividad. La consecuencia es una sociedad muy poliédrica, movilizada y con gran capacidad de influencia a través de las redes sociales.

Bajo este esquema, podemos situar diez tendencias básicas.

1. El mundo actual está polarizado en un estado de enfrentamiento entre grandes potencias.

2. Coexisten varios bloques en un mundo cada vez más competitivo, con mayores niveles de rivalidad y de desconfianza recíproca.

3. Cada vez más se promueven medidas de reducción de dependencia que, a menudo, se traducen en posiciones proteccionistas.

4. El concepto de multilateralidad está en declive, aunque ello no signifique que la cooperación internacional haya desaparecido. Lo que pasa es que se potencia el inter-gubernamentalismo.

5. Los países siguen promoviendo incentivos a determinadas formas de cooperación, pero no están dispuestos a sacrificar una parte de su soberanía; o sea, el hecho de trasladar o ceder atribuciones nacionales a las instituciones supranacionales.

6. Se produce un cambio de paradigma después de un largo período de hiperglobalización, en el que predomina la fragmentación de la producción mundial a través de las cadenas de globales de suministros y de una disrupción del comercio e inversión directa internacional.

7. La economía mundial está virando desde la hegemonía del institucionalismo liberal cooperativo (basado en reglas) a un nuevo escenario de relaciones internacionales bilaterales (fundamentada en el equilibrio de poderes).

8. Cada vez con más intensidad se abren paso los aspectos tecnológicos y económicos; y, a la vez, se enfatiza con más frecuencia las consideraciones de seguridad más que las de eficiencia.

9. Se recurre al concepto de la autonomía estratégica para definir las prioridades y metas; o sea, la capacidad de actuar de manera independiente y de hacer valer los intereses propios.

10. Por último, las empresas buscan estrategias basadas en nuevos conceptos: el reshoring (traer las industrias deslocalizadas); el nearshoring (la menor concentración de riesgos fuera de la región); y el friendshoring (la reubicación de las cadenas de valor en países aliados).

Estamos, pues, en un nuevo «teatro de la confrontación»; en donde a los rasgos definidos anteriormente habría que añadir las asimetrías demográficas entre regiones geográficas; las presiones migratorias; y el cambio climático. La situación actual se podría definir como la conjunción de contextos híbridos y zonas de un «gris perpetuo». Este cambio de paradigma puede dar como resultado final un patrón de crecimiento débil y una gran dificultad de sostener un sistema de gobernanza mundial.

Ante tales rasgos, el mapa internacional presenta cuatro posibles escenarios: a) Reforzamiento de un sistema multilateral; b) Consolidación de un mundo multipolar; c) Predominio de una red de actores influyentes; y d) Continua y profunda fragmentación tanto política como económica. Debemos prestar atención, por tanto, al devenir de ciertas tendencias. La primera, hace referencia a la gobernanza global y al riesgo de deterioro del multilateralismo; la segunda, tiene su base en la relación entre la política y la sociedad, con una preocupación máxima en torno al declive de la democracia. La tercera, hace mención a los vínculos entre la economía y el comercio, prestando mayor atención a las dinámicas de la desglobalización y a los desajustes de las cadenas de suministros. Finalmente, la cuarta, incide en alcanzar mayores niveles de seguridad, debido al incremento de los enfrentamientos bilaterales y las tensiones regionales.

La globalización supuso un salto adelante tanto cuantitativa como cualitativamente, avanzando en el régimen de hipermovilidad, ya sea en lo que hace referencia a la intensidad, ya en lo que hace mención a la frecuencia. Ello ha motivado nuevos cambios en lo que compete a la relocalización de las industrias; en la modificación de las posiciones internacionales; en lo que afecta a las segmentaciones productivas; en lo que atañe al aprovisionamiento de productos y mercancías básicas; en lo referente a la sustitución de proveedores; y en lo vinculado con la creación y desarrollo de nuevos mercados.

En resumen, el nuevo mundo está mucho más vinculado a los territorios y muestra grandes síntomas de desarrollos variables, que dan pie a una nueva geografía asimétrica y muy variable. Lo relevante es acertar con el rumbo y acertar con la navegación. Perderse y equivocarse está a la orden del día.