Salir del lado oscuro y aportar para vivir
MERCADOS
Lo que das, vuelve a ti es el eslogan escogido este año para la campaña de la Agencia Tributaria para concienciar a la sociedad en general de la importancia que tienen los impuestos y el retorno que estos generan a la población en forma de educación, transporte, sanidad, infraestructuras, servicios de emergencias, subvenciones, becas al estudio, prestaciones… Este tipo de iniciativa es importante, quizá necesaria, pero a todas luces insuficiente para acabar con la economía sumergida, con el fraude fiscal y / o con la elusión tributaria.
No todos los incumplimientos tributarios o equivocaciones son fraude, ya que para que exista fraude el mal comportamiento tienen que ser deliberado e intencional y no todos los fraudes tienen la sofisticación de la figura de la elusión tributaria o de la planificación fiscal abusiva, que consiste en utilizar una norma con una finalidad diferente a la que fue creada y aprovechando vacíos legales, vacíos que se han vuelto habituales de un tiempo a esta parte.
La economía sumergida es solo una parte del fraude, y es una economía que, según la OCDE, escapa al conocimiento y al control de las administraciones. El efecto expansivo de la denominada economía sumergida es muy amplio, ya que comprende un conjunto de actividades económicas (legales o ilegales) en las que no se cumplen ni las leyes fiscales ni leyes laborales ni en materia de Seguridad Social, provocando grandes perjuicios económicos para la economía en general y afectando a la competencia y a la competitividad empresarial.
En esta cara oculta de la economía, no hay que olvidar que existe una economía, que se denomina de subsistencia que es aquella que evita el pago de impuestos precisamente porque no se lo pueden permitir. En este sentido, más que en campañas de concienciación sería necesaria la inversión en la eliminación de las barreras a la actividad empresarial y de los costes burocráticos que permitan ese blanqueamiento que todos deseamos.
En épocas de crisis la economía sumergida aumenta tanto en las familias como en las empresas, existiendo además prioridades. Lo primero que las empresas dejan de pagar es el impuesto de sociedades, a continuación vendría el fraude en el impuesto sobre el valor añadido para, en último recurso, dejar de satisfacer las cotizaciones sociales. En este punto, existe la percepción de que solo el aumento y la existencia de determinada economía sumergida ha evitado una explosión social en determinados momentos de nuestra historia, aunque también se ha hecho evidente, sobre todo a raíz de la pandemia de covid, la necesidad de salir del lado oscuro y de aportar para recibir.
Vivimos en una época en que la fiscalidad se está convirtiendo en un tema vital en la sociedad y la planificación económica debe estar presente tanto en nuestra actividad económica o profesional como en calidad de ciudadanos. Los rendimientos tributarios determinan la cotización de los trabajadores autónomos, determinadas ganancias patrimoniales y existencia de patrimonio condicionan la percepción de becas al estudio o determinadas ayudas sociales, los requisitos de solvencia empresarial y de empresa en funcionamiento son fundamentales para la percepción de subvenciones, la existencia de unos rendimientos del trabajo mínimos son indispensables para optar a determinadas ventajas sociales… Los economistas llevamos tiempo recomendando la conveniencia de la educación financiera y tributaria en el sistema educativo, así como concienciando a la población sobre la trascendencia y las implicaciones del fraude fiscal.