Son muchas las razones que se sumarán para hacer de estas Navidades algo único y sin precedentes en la historia del mundo. Un mundo global en el que cualquier acontecimiento en cualquier rincón del mundo tiene su efecto en todo el orbe. Hoy por hoy, queramos admitirlo o no, es imposible aislarse de una realidad multinacional, multicultural, multirreligiosa y multitecnológica.
En estas Navidades, el mundo se encuentra ante la disyuntiva de seguir los dictados económicos y culturales de occidente o dejar oír la voz de quienes hasta hace muy poco formaron parte de sus imperios decimonónicos o de sus áreas de influencia política y económica durante el siglo XX y gran parte de este. Optar por esta segunda configuración supondría, muy probablemente, superar el patrón dólar USA en las transacciones comerciales, al tiempo que ceder un espacio a las nuevas y más jóvenes potencias en los grandes foros de discusión política y económica mundial como el Consejo de Seguridad de la ONU o el Banco Mundial. Los BRICS y sus amigos y aliados, entre los que se cuentan Irán, Turquía o Indonesia, son escépticos a la posibilidad de que occidente comprenda que tiene que ceder, y por ello trabajan en la creación de un gran banco central propio y realizan sus transacciones con sus propias divisas antes de implementar una nueva y común divisa propia.
Por si esto no fuera poco, la multipolaridad se extenderá y, de hecho, ya lo está haciendo, a muchos ámbitos. Un buen síntoma de ello es la interpretación de las propias Navidades, cada vez más alejadas de la tradicional occidental y cristiana, y más próxima a una concepción global y multirreligiosa, con su propio calendario inclusivo de eventos. Basta pasearse por las calles de las grandes ciudades de todo el mundo para comprobar que la decoración urbana, en estas fechas, sigue a la búsqueda de nuevos iconos que la representen y no hieran la sensibilidad de nadie.
Un negro escenario nos rodea. La guerra que mantienen USA y China tiene efectos más devastadores en el ámbito económico que los generados por las maniobras disuasorias y el lanzamiento de cohetes en el océano pacífico. En cualquier caso, sigamos deseando «Paz en la Tierra a las personas de buena voluntad».