Acaba de recuperar el trono de la mujer más rica del mundo, desbancando a Françoise Bettencourt Meyers, heredera del gigante galo de la cosmética L'Oréal, que ya había hecho lo propio con ella antes. Y es que, ya se sabe que donde las dan, las toman. Ella, como su rival —al menos sobre el papel, porque poco creo que les preocupe mucho eso de ocupar una posición u otra en el ránking de las mayores fortunas del planeta— también heredó un imperio. En su caso, Walmart, el coloso de la distribución estadounidense, donde una puede encontrar desde comida hasta electrodomésticos o ropa. Todo un icono del consumismo estadounidense. La compañía que más factura del mundo: el 2023 lo cerró con un récord de 648.125 millones de dólares. Y la que tiene más empleados en nómina: 2,2 millones de trabajadores.
Alice Walton (Newport, Arkansas, 1949) es la única hija del fundador del gigante minorista Sam Walton, fallecido en 1992. Decía su padre que de los cuatro hermanos (tuvo otros tres hijos varones: Jim, Rob y John, este último fallecido en el 2005), ella era la más parecida a él. Ni que decir tiene que las presiones que recibió para que se dedicara al negocio familiar fueron muchas. En aquel hogar, el espíritu emprendedor campaba a sus anchas. Era el pan nuestro de cada día.
No caló en la pequeña Alice. Cierto es que después de graduarse en Económicas por la Universidad Trinity de Texas comenzó a trabajar en Walmart. Pero, fue por poco tiempo. En el departamento de compra y venta de ropa infantil, concretamente. No estaba hecha para aquello. Así que se marchó.
Después de lo del negocio familiar trabajó como analista financiera y como bróker. Y más tarde creó su propia firma de inversión: Llama Company.
Pero, definitivamente, las finanzas no son lo suyo. A ella lo que le gusta es el arte. Y las labores filantrópicas. Claro que, aunque nunca ha estado vinculada a la gestión de Walmart, cobra religiosamente los dividendos que le corresponden. Alice y sus hermanos Jim y Rob se reparten tres cuartas partes de las acciones del clan en el gigante de la distribución. De ahí su fortuna, que Forbes le calcula en más de 88.000 millones de dólares.
Poco es lo que se sabe de la vida privada de la única hija de Sam Walton. Apenas unas pinceladas. Cuentan que cuando era pequeña y su familia iba de cámping, ella y su madre se dedicaban a pintar acuarelas. Y que tenía solo diez años cuando adquirió su primera obra de arte: una réplica del Desnudo Azul de Picasso. Pagó por ella 25 centavos. O eso dice la leyenda. La adquirió en Walmart. ¿Dónde si no?
Ha hecho Alice de esa pasión una forma de vida. Tiene una colección de arte valorada en más de 500 millones de dólares. Warhol, Hopper o Rothko son algunos de los artistas que trufan ese catálogo que la familia expone en su pinacoteca, el Crystal Bridges Museum. En Bentonville (Arkansas), la localidad donde abrió sus puertas el primer Walmart y donde vive la heredera.
Además de por el arte, siente pasión Alice por los caballos. Los monta desde niña. Y también los criaba en su rancho de Texas antes de venderlo.
Estos días es noticia Walmart porque otros ocho nietos del fundador tendrán derechos de voto sobre las propiedades de la familia. El más joven tiene 37 años. Con ellos son ya 11 los miembros de la familia que lo poseen. Siempre votan en bloque. Al menos de puertas para afuera son un clan bien avenido.