Canje de deuda por medioambiente

Héctor Estepa
Héctor Estepa BOGOTÁ

MERCADOS

Muchos países, como Ecuador, con una elevada carga de deuda en sus cuentas públicas, acuden a este mecanismo de permuta por proyectos para conservar el medio natural

19 ene 2025 . Actualizado a las 22:05 h.

 Cada vez son más los países que recurren a los canjes de deuda como herramienta para aliviar la presión a las arcas públicas y obtener proyectos para preservar el medio ambiente, pero al mismo tiempo crecen las voces que señalan sus limitaciones, planteando revisar el modelo para crear un marco regulatorio claro y evitar efectos indeseados.

Ecuador cerró el pasado diciembre su segundo canje de deuda a cambio de proyectos para conservar la naturaleza. El país sudamericano redujo los compromisos de pago del país en unos 527 millones de dólares (511 millones de euros), lo que supone un 0,83 % de la deuda total, con un esquema de preservación para la amenazada Amazonía, a través de la organización estadounidense The Nature Conservancy.

El país sudamericano ya fue protagonista en el 2023, cuando firmó el mayor plan de canje de bonos por naturaleza de la historia, en el marco de un proyecto para la conservación de las Islas Galápagos, y en total calcula haber reducido la deuda en 1.900 millones de dólares (1.843 millones de euros).

En los últimos años se han suscrito acuerdos similares en Belice, Barbados, Gabón y El Salvador, que logró un acuerdo por 1.000 millones de dólares destinados al cuidado del Río Lempa, el mismo que los ambientalistas creen ahora que puede ser contaminado si se reactiva la extracción de minerales en el país centroamericano, como plantea su presidente, Nayib Bukele.

En estos procesos, una oenegé, apoyada por organismos multilaterales, como el Banco Interamericano de Desarrollo, dan fondos a un país para la compra de bonos en el mercado secundario a precios rebajados por miedo de los tenedores de deuda a impagos, reclamando los organismos que ponen el dinero que esos fondos sean usados en proyectos de conservación que ellos mismos administran. Esto es factible teniendo en cuenta que muchos de los países que tienen más biodiversidad del planeta están en un elevado riesgo de impagos o crisis fiscal aguda. Sin embargo, las alertas han saltado sobre una falta de regulación clara con respecto a estos canjes y posibles efectos nocivos.

Algunos creen que no hay transparencia ni una rendición de cuentas, siendo el sistema permeable a irregularidades como «lavado verde» de dinero.

Otros plantean que estos canjes no solucionan los problemas de los países porque el volumen de lo ahorrado es muy poco y, en el caso de Belice, incluso resultó en mayores obligaciones para el país. Se ha planteado, asimismo, que se le da a empresas privadas poder para administrar la gestión del territorio, en muchas ocasiones en detrimento de las voces de comunidades y grupos indígenas que habitan esas zonas.

«No veo nada malo de por sí en que el sector privado esté colaborando en la conservación. Mi preocupación es que pase como en otros proyectos de cooperación internacional que son puro anuncio, pero sin resultados tangibles» comenta el economista ecuatoriano Gonzalo Cucalón, gerente de la firma asesora Banrio.

Considera positivos los pactos alcanzados por su país (Ecuador). «En los últimos años, la prima de riesgo ha aumentado, por lo que refinanciar la deuda externa se ha vuelto complicado y valerse del territorio ecuatoriano que necesita protección especial nos ha dado nuevas opciones, tanto para el manejo de la deuda externa como para la protección del medio ambiente».

Otros países, como Colombia y Brasil, están también planteándose su entrada a estos mecanismos, que podrían crecer en volumen en los próximos años.