El fundador de Hindenburg Research disuelve su compañía más que satisfecho con su trayectoria profesional
26 ene 2025 . Actualizado a las 05:00 h.Se va, o eso dice, uno de los justicieros de Wall Street. El hombre que ha hecho morder el polvo a más de un tiburón de las finanzas y a alguna de las fortunas más grandes del planeta. En las muescas que luce en su culata: el más rico de Asia, Gautam Adani o el legendario escualo de la meca del capitalismo Carl Icahn.
Hablamos de Nathan Anderson, fundador de Hindenburg Research, la firma de análisis que fundó en el 2017 y cuyos informes han hecho temblar más de un misterio en Wall Street.
De Anderson se sabe más bien poco. Por no saber, no se sabe ni la fecha exacta de su nacimiento: solo que ronda la cuarentena. Acaba de anunciar que disuelve la compañía. Lo deja porque es millonario. Porque está más que satisfecho con su trayectoria profesional y porque cree llegado el momento de dedicarle más tiempo a los suyos. Un clásico.
«La intensidad y el enfoque» que requieren estar al pie del cañón de lo que ha definido como «el sueño de mi vida», exigen «perderse mucho del resto del mundo y de la gente que me importa». Y no está dispuesto a seguir perdiéndoselo.
A partir de ahora, ha aclarado también, se dedicará a dar charlas sobre su método a la hora de colocar el dinero en los mercados (es uno de los inversores bajistas más famosos del mundo) y con el que tantos éxitos ha cosechado. A saber: investigar para sacar a la luz fraudes contables, estafas piramidales o malas prácticas empresariales, y denunciarlos ante las autoridades. Habiendo apostado antes por su caída, claro. De ahí los réditos.
Pero, ojo, que hay quien está dispuesto a asir el testigo. Ha adelantado Anderson en su despedida que algunos de los empleados de la firma de análisis (con él eran media docena) que ahora baja la persiana tienen en mente crear su propia compañía de investigación, a imagen y semejanza de Hindenburg Research. Un nombre que su fundador tomó prestado del dirigible que se incendió en 1937, ocasionando la muerte de 36 personas.
También ha asegurado que les brindará a sus exempleados todo el apoyo que necesiten. Sin participar directamente en el negocio, claro.
«Casi cien personas han sido acusadas civil o penalmente por los reguladores, gracias, en parte al menos, a nuestro trabajo. Incluidos multimillonarios y oligarcas», sacaba pecho Anderson en su adiós. «Sacudimos algunos imperios que sentíamos que necesitaban ser sacudidos», apostillaba.
Nacido en el seno de una familia judía, creció el famoso inversor bajista en Connecticut. Estudió en una escuela ortodoxa. Hijo de un profesor universitario y una enfermera, se licenció en Comercio Internacional por la Universidad de Connecticut. Y antes de iniciar su carrera en las finanzas trabajó en Israel. Como conductor de ambulancias.
Lo de destapar escándalos también empezó por un vehículo. En este caso, un camión. Sin motor. Trevor Milton, fundador de Nikola Corporation, lo hizo rodar desde una colina. Lo grabó y manipuló el vídeo para que pareciese que circulaba por una carretera. Aquello le sirvió para presumir ante los inversores del éxito de la primera prueba de un camión propulsado por hidrógeno. Iba a revolucionar la transición energética con aquello, proclamaba. Muchos mordieron el anzuelo, pero a Anderson no le coló. Investigó e investigó, y Trevor acabó condenado a pasar entre rejas cuatro años por engañar a los inversores. No fue el único al que Anderson desenmascaró.