La aburrida batalla del relato

Mario Beramendi Álvarez
Mario Beramendi AL CONTADO

MERCADOS

A. Pérez Meca | EUROPAPRESS

02 mar 2025 . Actualizado a las 18:44 h.

El asunto de la condonación de la deuda vuelve a poner encima de la mesa una triste realidad para Galicia: la ausencia de una posición común de las fuerzas políticas que permita fijar una postura de país en un lugar tristemente acostumbrado al aldraxe. No es el primero, ni será el último. Por una simple cuestión de aritmética electoral. No somos los suficientes votantes para que se nos tenga en cuenta. Analizado lo que defiende cada fuerza estos días, convendría estudiar en detalle quién es el que está más cerca de defender una postura de país. Porque hay seguidismos de todo tipo; está el seguidismo de la Xunta a la estrategia de Génova, según denuncian las fuerzas de la oposición; está el seguidismo del PSdeG a todo y cuanto haga y diga Pedro Sánchez y, por último, está el seguidismo del nacionalismo gallego al resto de nacionalismos (evidentemente el vasco y catalán, no el español). Como si lo que fuese bueno para Cataluña, tuviese que serlo inevitablemente para Galicia. Así que en las próximas semanas asistiremos a la enésima edición de la previsible y aburrida batalla del relato, porque lo importante no es valorar qué es o no lo más conveniente, qué es o no lo más urgente, sino deteriorar la imagen del adversario político a ojos de la ciudadanía. Con los números en la mano, el asunto de la condonación de la deuda aboca a este territorio a ejercer el papel de comparsa. Porque la cuestión es que el beneficio de la quita no puede solapar lo trascendente, que es la revisión de un modelo que no valora como debe el sobrecoste que supone para Galicia el envejecimiento y la dispersión. Es decir, la diferencia que hay entre lo que le cuesta a esta comunidad financiar la sanidad, la educación y la dependencia y lo que recibe del Estado. El debate sobre la minoración de la deuda autonómica debiera ser algo complementario a la reforma del viejo edificio sobre el que se levanta la financiación autonómica, lleno de goteras y de grietas y que seguimos empecinados en reparar a base de parches.