El líder de la universidad díscola

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ABRALDES

27 abr 2025 . Actualizado a las 05:00 h.

Lleva poco tiempo al frente de la universidad más rica y antigua de Estados Unidos, pero su nombre ya es más conocido en el mundo entero que el de cualquiera de sus antecesores en la presidencia de Harvard. Alan Michael Garber es el hombre que se ha plantado ante las exigencias de Donald Trump, que amenazan con liquidar la independencia de la prestigiosa institución educativa de Cambridge, Massachusetts. El resto de campus privados estadounidenses claudicaron ante la congelación de fondos, pero Harvard, no. La Universidad de la que salieron ocho de los presidentes del país ha cumplido su promesa de mantener el pulso a Donald Trump y presentó el martes una demanda en la que acusa a su Ejecutivo de utilizar los fondos federales como un verdadero método de «coacción». Se refiere, ni más ni menos, que a la congelación primero de subvenciones por valor de 2.200 millones de dólares, la cancelación después de una subvención de otros 2.700 millones y el recorte de mil millones más que estaban destinados a la investigación sanitaria.

«Ningún Gobierno —independientemente del partido que esté en el poder— debería dictar lo que las universidades privadas pueden enseñar, a quién pueden admitir y contratar, ni qué áreas de estudio e investigación pueden seguir». Es parte del discurso con el que Garber justificó su decisión de dar un paso más en este conflicto y llevar ante los tribunales a la Administración Trump para preservar así la independencia académica. No iba a consentir que el republicano accediera a los informes universitarios sobre antisemitismo y prejuicios antimusulmanes en el campus generados en los últimos meses, ni iba a darle los expedientes de los estudiantes extranjeros que han participado en algún programa de intercambio. Y no es precisamente porque no le preocupe el desprestigio de la comunidad judía ante la guerra de Oriente Medio: «Sé muy bien que existen preocupaciones válidas sobre el aumento del antisemitismo», ha declarado este médico y profesor, que creció en Rock Island en el seno de una familia judía y que en diez días cumplirá 70 años.

Garber se graduó en Economía en 1976 en la misma universidad que preside hoy, y allí se doctoró, en 1982; al tiempo que preparaba su tesis se matriculó en la Universidad de Stanford, y en 1983 obtuvo el título de doctor en Medicina. Experto en políticas de salud y economía sanitaria, conoce muy bien los efectos que el recorte de fondos con el que amenaza Trump puede acarrear, primero para las investigaciones y, después para los ciudadanos: «Las víctimas serán los futuros pacientes y sus seres queridos, quienes sufrirán la angustia de enfermedades que podrían haberse prevenido o tratado de manera más eficaz».

Como si de un arancel más se tratara, Trump ha ido soltando, día tras día, las cantidades millonarias que retirará a la Universidad díscola, pero su presidente no da el brazo a torcer en su empeño por defender la autonomía de esta institución académica. Puede que se vea como un David contra Goliat, pero sus trece años en el cargo de provost (equivalente al rector español) antes de asumir la presidencia de Harvard el pasado verano, certifican su capacidad de liderazgo. Y resistencia también ha demostrado tener: casado y con cuatro hijos, ha corrido quince maratones, seis de ellos por la ciudad de Boston.

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