El conflicto del agua con EE. UU.

Héctor Estepa
Héctor Estepa BOGOTÁ

MERCADOS

La sequía amenaza con romper el tratado para el reparto del agua de los ríos Bravo y Colorado fronterizos entre los dos países, y que utiliza Trump contra Sheinbaum

04 may 2025 . Actualizado a las 05:00 h.

 EE. UU. y México se aproximan a un nuevo choque de trenes. La tensión entre los dos países estalló nada más asumir Donald Trump el poder en la Casa Blanca, cuando el líder estadounidense impuso aranceles al país vecino y amenazó con mayores sanciones en el caso de que las autoridades mexicanas no cooperasen en materia migratoria y de lucha contra las drogas.

Esos conflictos se han atenuado con la capacidad de llegar a acuerdos mostrada por el Gobierno mexicano, pero una vieja disputa vuelve a asomar de nuevo y, esta vez, la solución podría ser más complicada, porque hay un factor que ninguno de los dos gobiernos puede controlar: la lluvia.

La Administración Trump lleva semanas denunciando que México está incumpliendo un tratado sobre cómo debe repartirse el agua de los ríos Bravo y Colorado, frontera entre ambos países desde el fin del conflicto bélico en 1848.

Un convenio firmado casi un siglo después de esa efeméride, en 1944, establece que EE. UU. debe entregar a México al menos 1.850 metros cúbicos de agua del Río Colorado, que desemboca en Baja California, y, en contrapartida, las autoridades mexicanas deben entregar a las estadounidenses, cada cinco años, 2.156 millones de metros cúbicos del Río Bravo (conocido como Río Grande en EE. UU.) básicas para las explotaciones agropecuarias de Texas.

El tratado bilateral dio a México un plazo de cinco años para sus entregas porque ya en aquel entonces el caudal del Río Bravo era imprevisible, pero con el paso de las décadas la situación se ha agravado hasta el punto de que el país latinoamericano, según el Washington Post, no cumple con sus entregas desde 1997.

Este año la situación es crítica. Una prolongada sequía de tres años y el aumento de las actividades agropecuarias y la población en el lado mexicano de la frontera ha provocado que México apenas haya entregado el 30 % de la cantidad de agua que debe dar este quinquenio, que acaba en octubre.

Eso ha provocado que numerosas explotaciones agropecuarias en Texas apenas hayan podido plantar la mitad del terreno disponible y además hayan cambiado hacia cultivos menos rentables.

Trump ha reaccionado amenazando con duras represalias. «Seguiremos escalando las consecuencias, incluidos aranceles y, tal vez, incluso sanciones, hasta que México respete el tratado y le dé a Texas el agua que se le debe», dijo el presidente estadounidense el 10 de abril, rechazando una solicitud de agua de emergencia de México en el Río Colorado, siendo la primera vez que se deniega un pedido similar en más de ocho décadas de tratado.

La mandataria mexicana, Claudia Sheinbaum, reaccionó esta semana aprobando entregas de agua inmediatas y prometiendo nuevos suministros tras la temporada de lluvias, recibiendo loas de la Casa Blanca, pero los expertos consideran que está tapando el sol con un dedo: la mayoría de analistas cree que México solo podrá cumplir el trato este año si se produce una gran tormenta tropical o un huracán en la zona.

Además, esas entregas de agua son profundamente impopulares entre los campesinos mexicanos. En el 2020, en una situación similar, ya se produjeron fuertes protestas que dejaron un muerto. Igualmente afectaría a la imagen del Gobierno mexicano hacer trasvases (difícilmente viables) desde otros estados.

Por eso, parte importante de los expertos recomiendan que ambos países renegocien los pactos de los próximos quinquenios teniendo en cuenta la nueva realidad medioambiental, haciendo inversiones en infraestructura y proponiendo nuevos patrones de consumo porque México va a tener que reconocer que no tiene agua. A corto plazo, eso sí, nada de ello es realizable y la tensión entre los dos países podría agravarse.