
China ha lanzado una batería de medidas para proteger su economía del efecto de la guerra arancelaria declarada por EE. UU. 16 millones de empleos están en riesgo
18 may 2025 . Actualizado a las 11:43 h.A pesar de que la tregua de noventa días que Washington y Pekín han acordado da un respiro a las empresas, los riesgos persisten y la economía china, muy dependiente de las exportaciones, busca fórmulas para amortiguar los problemas.
De momento, los aranceles se han moderado y Donald Trump ha rebajado las tasas a los productos chinos hasta el 30 % y China las ha reducido hasta el 10 %.
A la espera de cerrar un acuerdo duradero, que todavía parece lejano, la segunda economía mundial intenta minimizar el impacto con un paquete de ayudas fiscales, apoyos directos a empresas privadas en sectores de riesgo, medidas para estabilizar el mercado laboral e incentivos al consumo.
El Banco Central de China anunció a principios de mayo un recorte del 0,5 % del coeficiente obligatorio de reserva a los bancos para inyectar 123.000 millones de euros en el mercado y facilitar los préstamos. La tasa de interés de referencia también se ha rebajado en 1,4 %. El Gobierno también se ha comprometido a intervenir para estabilizar los mercados bursátiles. Además, se han impulsado ayudas a sectores concretos como el del automóvil facilitando los créditos. Pekín también ha anunciado una partida extra de 37.123 millones de euros para financiar empresas de tecnología y un fondo 61.872 millones de euros para apoyar el consumo de servicios y cuidados para la tercera edad.
A pesar de la firmeza mostrada por Xi Jinping ante Donald Trump, no se puede negar que la guerra arancelaria tiene un impacto directo en la economía china. El gigante asiático ha diversificado su mercado desde la última presidencia de Trump, pero Estados Unidos sigue siendo un destino importante. Los aranceles han paralizado los pedidos y las fábricas se han resentido. Según un estudio de Nomura, hay unos dieciséis millones de empleos en riesgo.
Unidas a las ayudas estatales, los gobiernos locales también han implementado sus propios planes de contención. Una de las provincias más afectadas por la guerra arancelaria es Zhejiang, situada al sur de Shanghái y de donde provienen la mayoría de los inmigrantes chinos en España.
Zhejiang es el segundo mayor exportador chino a EE. UU., y es de donde salen la mayoría de los productos que llenan las estanterías de los supermercados estadounidenses. Su puerto, Ningbo, es el tercero más activo del mundo en tráfico de contenedores. Desde la ciudad de Yiwu sale la mayoría del género que llena los bazares, como los adornos de Navidad, los productos de bisutería, papelería o juguetes. En el 2024, el 20 % de las exportaciones de la región tenían como destino EE. UU. y a ello hay que añadir las exportaciones que se envían a México, pero que en realidad su destino también es la primera economía.
El Gobierno local ha organizado viajes empresariales para buscar nuevos mercados y diversificar la dependencia de las ventas a Norteamérica. En abril, se financiaron visitas comerciales a Sudáfrica, Egipto o Hungría para identificar oportunidades de negocio. También se prevé subsidiar el seguro de exportación para compensar los riesgos de las cancelaciones de pedidos por parte de clientes estadounidenses.
La Administración también ha monitorizado las fábricas para controlar si hay despidos masivos y se pueden producir disturbios sociales, un problema que preocupa mucho al Gobierno.
De momento, la pausa arancelaria ha producido un efecto rebote y las fábricas se han puesto a trabajar a toda máquina para adelantar envíos. Según Vizion, las reservas de contenedores con destino a Estados Unidos se han disparado un 300 % tras el anuncio de la tregua arancelaria.
El futuro es incierto, un informe de Bloomberg Economics asegura que si Trump mantiene los aranceles del 30 % provocará que a largo plazo los envíos de productos chinos a Estados Unidos caigan en un 70 %.