Un orgullo económico a revisar

Valentina Saini VENECIA

MERCADOS

Archivo

Las fábricas de coches del país transalpino fueron durante años líderes en producción. En pleno ocaso del negocio, buscan reinventarse apoyadas en la innovación

26 oct 2025 . Actualizado a las 05:00 h.

 Durante años, Italia fue uno de los principales fabricantes de automóviles del mundo. En los años 70, cuando el coche era sinónimo de modernidad y progreso, sus fábricas producían casi el mismo número de vehículos que el Reino Unido, más que la entonces URSS y el triple que España. Sin embargo, hoy en día, la producción de automóviles se encuentra «en su mínimo histórico», según se desprende del informe Observatorio sobre las transformaciones del ecosistema automovilístico italiano 2024. No solo España produce cuatro veces más coches, sino que incluso pequeños países europeos como la República Checa y Eslovaquia superan al país transalpino. En su día, Turín (noroeste) era el Detroit de la Europa mediterránea, y la enorme fábrica Mirafiori de FIAT llegó a producir un millón de coches al año; en el 2024, apenas produjo 25.000. Y es que FIAT, pilar de la industria automovilística italiana desde principios del siglo pasado, se transformó primero en FCA y luego en Stellantis, un gigante mundial con sede en Ámsterdam cuyo nuevo director general, el italiano Antonio Filosa, ha aclarado que una de las prioridades es crecer en Estados Unidos.

Como se desprende del citado el informe, «Stellantis […] por un lado, ha acelerado el proceso de alejamiento de Turín de los centros de decisión e innovación (a favor de París) y, por otro, no ha introducido en Italia nuevos modelos de producción capaces de saturar la capacidad productiva actual instalada en Italia».

Para muchos italianos es un shock. Durante décadas, el automóvil representó el símbolo del poderío industrial del país. Giovanni, jubilado de Milán y antiguo trabajador de una empresa que fabricaba piezas para FIAT, afirma: «Antes, el coche era, después de la casa, el bien más importante. Hoy en día, mi nieto solo se mueve en metro y patinete, y no trabajaría en una fábrica ni por un millón al año».

Otro aspecto es la transición hacia el motor eléctrico y el papel preponderante de China: baste pensar que, en los primeros ocho meses del 2025, el gigante chino ByD vio crecer las matriculaciones de sus coches eléctricos e híbridos en Europa un 280 % con respecto al mismo período del 2024. Según Giorgio Barba Navaretti, profesor de Economía en la Universidad de Milán, «la transición al motor eléctrico es una incógnita que Italia comparte con Alemania, ya que nuestras cadenas de suministro automovilísticas están muy integradas. Muchas empresas operan en el mercado del motor térmico, por lo que habrá que ver cómo afrontarán esta transición. Por otra parte, hay que encontrar vías de colaboración con Pekín, pero los coches chinos deben exportarse en condiciones equitativas y razonables».

El hecho de que en Italia se fabriquen cada vez menos automóviles supone un problema para las industrias auxiliares, es decir, todas las pymes que producen piezas y componentes para automóviles. Un directivo del norte de Italia, bajo anonimato, opina: «El problema es que muchas empresas son antiguas, no entienden que se avecina un tsunami y solo sobrevivirán aquellas que inviertan en el eléctrico, en la IA y en la internacionalización». Eso sí, también hay firmas punteras. Un ejemplo es Vislab, que nació como una creación de un grupo de investigadores de la Universidad de Parma, fue adquirida en el 2015 por un gigante de Silicon Valley y hoy se especializa en conducción autónoma y sistemas avanzados de asistencia al conductor (Adas). Hay futuro para la industria automovilística italiana, pero está en la innovación y en la producción para nichos de mercado de alta tecnología. La era de las enormes fábricas como Mirafiori ha terminado.