La necesidad de financiarse para no descapitalizarse

IVONNE POUSA Y ÁNGELES FRANCO FAMILY BANKERS DE BANCO MEDIOLANUM

MERCADOS

MABEL R. G.

30 nov 2025 . Actualizado a las 05:00 h.

Comprar una segunda vivienda, cambiar de coche, hacer reformas o pagar la universidad de los hijos son decisiones importantes que marcan etapas en la vida de cualquier familia. Son proyectos ilusionantes, pero también implican un desembolso económico considerable de un dinero que no siempre tenemos ahorrado. Por eso, recurrir a algún tipo de financiación es algo habitual en nuestro día a día.

Las cifras lo muestran con claridad. En Galicia, el año pasado se vendieron 23.642 viviendas, según el INE. Para muchas de ellas fue necesario solicitar una hipoteca: 15.735 en total, un 26,6 % más que el año anterior. En el caso de los automóviles, datos de las principales asociaciones de vendedores (Anfac, Ganvam y Faconauto) indican que las ventas ascendieron a 27.751 unidades, un 11,9 % más. Aunque no existe un dato exacto de cuántos de esos vehículos se compraron mediante financiación, sí sabemos que la mayor parte del crédito al consumo en España se destina a este fin o a reformas del hogar. Y estos préstamos crecieron un 5 %, según el Banco de España.

Esto confirma una realidad que todos intuimos: las familias recurren a la financiación con frecuencia, porque sus necesidades y proyectos son variados. Y no tiene nada de malo. Lo importante es hacerlo con criterio y con planificación, para evitar decisiones que puedan comprometer nuestro ahorro futuro o nuestros objetivos a largo plazo.

Lo ideal es contar con una planificación financiera bien estructurada, que nos permita diferenciar nuestros objetivos a corto, medio y largo plazo. Pero no siempre es tan sencillo. Hay momentos en la vida en los que, aun teniendo cierto ahorro o inversiones, no interesa descapitalizarse. Porque ese dinero forma parte de nuestra estrategia de ahorro, de objetivos futuros o porque está generando una rentabilidad que perderíamos. En esos casos, recurrir a la financiación puede ser razonable. La pregunta clave es: ¿qué utilizamos como garantía?

Aquí en Galicia, por ejemplo, es común que las familias opten por la autopromoción de la vivienda, especialmente en las zonas rurales. En muchos casos, los padres avalan a los hijos con su vivienda familiar. Aunque esto suena lógico y hasta natural, no siempre es la opción más prudente. Ni la única. Porque el problema es que, cuando se utiliza un inmueble como garantía, todo el activo queda comprometido, aunque la deuda pendiente sea mínima. Sin embargo, hay otras opciones. Así, si se utilizan otros activos financieros como garantía, en la medida que vas pagando la deuda se va liberando la garantía.

Este mecanismo, quizás menos conocido, recibe el nombre de préstamo o crédito con garantía dineraria y consiste en dejar un producto de ahorro o inversión (por ejemplo, un fondo) en garantía, sin necesidad de poner como garantía una vivienda o un bien material. Ese producto queda bloqueado mientras dure la financiación y se va liberando a medida que devolvemos el crédito, pero siempre sigue manteniendo su capacidad de ofrecer rentabilidad. Y, si por algún motivo no se devolviera el préstamo, se ejecutaría solo la parte de garantía necesaria para cubrir la deuda pendiente.

Pero ¿qué ventajas tiene este tipo de financiación comparado con las alternativas más tradicionales?

1. No te obliga a utilizar tu vivienda como garantía, algo que muchas veces no se valora hasta que ocurre un problema. Si garantizas el préstamo con tu casa, es esta la que responde. Si garantizas el préstamo con tu dinero, el potencial impacto queda limitado a ese dinero.

2. Te permite mantener tus inversiones: imagina que llevas años ahorrando en fondos de inversión para cambiar de coche. Cuando llega el momento, puedes vender la inversión y comprar el vehículo… o puedes pignorar esa inversión y financiar la compra. Así continúas conservando tu inversión y obtienes el coche igualmente.

3. Da tranquilidad a quienes tienen miedo a invertir: muchas personas sienten inseguridad ante la inversión a largo plazo: «¿Y si me pasa algo? ¿Y si tengo un imprevisto? ¿Y si …?». La pignoración ofrece una respuesta muy simple, ya que puedes usar tu propia inversión como garantía si algún día necesitas financiación, sin deshacerla ni renunciar a poner tu ahorro a trabajar. Esa posibilidad de poder responder a los imprevistos ayuda mucho a quienes dudan en invertir en el largo plazo.

4. Es un tipo de financiación con menos trámites y más ágil.

5. Al ser una financiación en la que ofrecemos garantías, las condiciones son mejores que las de los préstamos al consumo y te permite acceder a un mayor porcentaje de financiación.

A pesar de las ventajas, la financiación con garantía dineraria (normalmente recurriendo a la pignoración) sigue siendo una opción bastante desconocida. Quizá por falta de información o porque tradicionalmente se ha pensado que para pedir financiación hay que avalar con una propiedad. Cuando llegue el momento de necesitar un crédito, conviene recordar que existen otras formas de hacerlo sin recurrir a la vivienda como única garantía. Lo importante es analizar, comparar y, sobre todo, contar con el asesoramiento adecuado.

Un buen asesor financiero puede ayudarte a evaluar qué tipo de financiación te conviene más, qué garantía es más segura para ti y cómo encaja esa decisión en tu planificación de ahorro e inversión. Porque pedir financiación no es solo firmar un crédito: es tomar una decisión que afecta al presente y al futuro económico de la familia.