«No sé por qué tenemos esa imagen de que en otros lugares de Europa se vive mejor»

La Voz REDACCIÓN

MIGRACIONES

Alfonso González López frente a la Torre de Hércules, A Coruña.
Alfonso González López frente a la Torre de Hércules, A Coruña. Cedida

Alfonso González residió en Holanda durante tres años y afirma que España tiene muchas cosas que debería exportar

31 ene 2020 . Actualizado a las 12:59 h.

A diferencia de otros migrantes, y de aquellos que se fueron en los años siguientes a la crisis económica de España, Alfonso González López (50 años, A Coruña) asegura que no se fue de Galicia por necesidad aunque sí -al menos en parte- impulsado por una mejora salarial.

Licenciado en Humanidades y diplomado en magisterio, marchó a Holanda en 2010 y vivió allí durante tres años ejerciendo como profesor de castellano para hijos de migrantes españoles, un programa pensado para que no perdieran la lengua y la cultura. Tenía en A Coruña un trabajo estable, con oposición y plaza fija, pero optó por aplicar a una plaza de acción educativa en el exterior y lo seleccionaron.

«Me llamó la idea de ver otro sistema educativo y de ver otro país. Aquí estaba bien pero no sé por qué tenemos esa imagen de que en otros lugares de Europa se vive mejor que en España. Me llevé un chasco importante en ese aspecto. No creo que sea así», asegura y agrega que con respecto al sistema educativo, España tiene cosas que debería exportar, como el sistema de integración en las escuelas públicas. Así, reconoce que vivir en un país europeo con más nivel de vida da «perspectiva de lo que tienes y sirve para mejorar», pero también «para no despreciarnos tanto».

 

Alfonso González junto al molino de pigmentos (De Kat) durante su estancia en Holanda.
Alfonso González junto al molino de pigmentos (De Kat) durante su estancia en Holanda.

Alfonso asegura que la experiencia de vivir fuera fue positiva, tanto por el hecho de que se cumplieron sus expectativas a nivel económico, como por la ganancia a nivel personal: «Tengo claro que me cambió la manera de ser. Desde que volví ya no soy tan extremo, tan categórico, al tener otra visión tengo otra perspectiva de la cosas. Si vives fuera ves que hay otras realidades, culturas y formas de ver el mundo. Me ha cambiado y lo noto en el día a día», afirma.

En su caso, su estancia fuera tenía fecha de caducidad, con un período máximo para estar fuera de seis años -los que permite el programa-, aunque volvió a los tres años por una situación personal. Durante ese período, solía volver a Galicia con bastante frecuencia, el verano lo pasaba aquí y fue entonces que no notó demasiado cambio al retornar, asegura. En cada visita a ver a sus hijos, reconoce, le costaba cada vez más marchar nuevamente a Holanda. «Venía cada dos meses y cada vez que iba a Alvedro salía roto. Contaba los días para volver (a A Coruña)», relata.

Al estar pagado por el Estado español y tener aún su vida funcionando en España -hipoteca incluida-, su retorno y adaptación fue más fácil. «Estaba en casa. Volví a mi trabajo habitual y con el apoyo de que estaba en mi tierra y entorno», destaca.

De todas maneras, el desarraigo también forma parte de su experiencia. «Estuve 3 años allá y de alguna manera Holanda está en mí», dice, aunque afirma que no volvería a irse.