Tras su aparición a finales de los 70, la industria del videojuego ha tratado con especial mimo a sus títulos de conducción. Presentes desde un primer momento, sus lanzamientos al mercado físico y digital han marcado y definido varias de las plataformas e incluso trascendido de la pantalla o el televisor al imaginario colectivo.
11 dic 2016 . Actualizado a las 17:27 h.Conducir sin la necesidad de un coche se antoja imposible, pero la industria del videojuego comenzó hace más de cuarenta años una cruzada con el fin de demostrar que ese hecho era una falacia. ¿Lo ha conseguido? Probablemente no, pero el camino hacia ello ha logrado ofrecer a millones de jugadores -con carné de conducir y sin él- horas y horas de diversión.
Fuera con un Scalextric, coches teledirigidos o Micro Machines, el motor siempre ha tratado salir del asfalto para convertirse en un elemento más de diversión y ocio. Los videojuegos no son una excepción, y su unión con el mundo del automóvil nace al mismo tiempo que las primeras recreativas. Space Race (1973) resultó ser la ópera prima de un género que en el 2016 ha llegado a un punto asombroso, rotos ya todos los esquemas gráficos y de jugabilidad que en su día se pudieron haber imaginado.
Casi una década después aparecía Pole Position (1982), en el que nos poníamos al volante de un Fórmula 1. Por supuesto ya estaba en color, y hasta se lograba recrear una buena sensación de velocidad. El detalle de los anuncios de tabaco y alcohol en los laterales de la pista sería extraño de ver hoy, pero el conjunto era un juego muy sólido. Más conocido fue Out Run (1986). En esta leyenda de las recreativas el jugador conducía un Ferrari rojo junto con una rubia de copiloto, esquivando coches y camiones, y elegía diferentes caminos que desembocaban en varios finales alternativos. Un detallazo para la época.
Indianapolis 500 (1989) rompió en cierto modo el género, al hablar de simulador y no de conducción arcade. A partir de ahora se hablaría de realismo y tacto con los coches. Cualidades que en los últimos años del siglo XX, títulos como Gran Turismo o Collin McRae Rally acabarían de explotar y convertir en algo suyo, evolucionando el concepto a través de sus diferentes secuelas, y motivando la aparición de nuevas sagas y franquicias, llegando a nuestros días, en los que consolas, pecés, tabletas o móviles continúan teniendo una apuesta firme por el género. CSR Racing, por ejemplo, lleva acumuladas millones de descargas en todo el globo.
Al margen del recorrido histórico como tal, juegos como Driver, Grand Theft Auto, Carmaggedon o Mario Kart ampliaron horizontes teniendo a la conducción como protagonista o como parte importantísima en el desarrollo y la trama de la obra. Títulos en donde no se busca el realismo de la conducción -aunque algunos lo cuiden- sino la diversión pura y dura, y, en algunos casos, la auténtica locura.
Videojuegos para estas Navidades
1. Forza Horizon 3. A día de hoy resulta impensable que un amante de la conducción y los videojuegos no tenga este título. Playground Games da al jugador un mapa gigantesco en el que uno puede hacer simplemente todo lo que se le antoje. El manejo de los vehículos es excepcional y el nivel de modificado para los mismos está milimetrado. Por supuesto, los gráficos son un auténtico alarde de ingeniería y suponen un gran trabajo. ¿Algo más? Sí. Un modo cooperativo que amplía la diversión y lo eleva, sin demasiada duda, a la «pole position».
2. Dirt Rally. Es cierto que lanzamientos como Sega Rally Championship siempre tendrán un hueco en la historia de los videojuegos, pero, a día de hoy, Dirt Rally es el mejor simulador dentro del género. El control del vehículo, la diferencia entre superficies, el paisaje que rodea la pista... Todo ello lleva a una impresionante inmersión. Codemasters volvió a obrar el milagro que obrara con aquel legendario Colin McRae Rally de 1998, a saber, llenarnos de arriba abajo de barro, sin ni siquiera salir del cuarto de casa.
3. Forza Motorsport 6. El simple hecho de tener 24 coches en carrera y ver como todo se mueve perfectamente fluido, a máxima resolución, llega a dar hasta vértigo. De lo mejor que a día de hoy se puede comprar para Xbox One. Más allá de géneros y etiquetas, Forza Motorsport 6 es un buque insignia para la consola de Microsoft. No es un título perfecto, pero roza el adjetivo con la punta de los dedos. La lluvia y la noche no están disponibles en todos los circuitos, un detalle pequeño que choca al recordar que esta entrega tiene nada más y nada menos que 460 coches para conducir.
4. Real Racing 3. Consolas y ordenadores copan los análisis y las grandes apuestas, pero Electronic Arts ha sabido crear un auténtico monstruo, tanto a nivel gráfico como de jugabilidad para teléfonos. ¿Problema? Se necesita un dispositivo potente para poder moverlo como se merece. Además requiere 1,5 GB de espacio libre solo para su instalación. Cumplidos los requisitos, brindará al jugador unas 2.000 pruebas en las que demostrar su habilidad al volante. La cosa no queda ahí, ya que permite carreras de hasta 8 jugadores simultáneos.
5. CSR Racing. CSR Racing es una propuesta un tanto diferente a la que brindan otros juegos de conducción en línea. Se puede descargar tanto en la Apple Store como en Google Play, de manera totalmente gratuita ?se financia con micropagos?. En sus carreras deberemos acelerar en el momento idóneo, o cambiar de marcha, ya que se trata de circuitos rectos, sin curvas. El piloto siempre tiene la clave por potente que sea el coche. El apartado gráfico es soberbio, y detalles como la iluminación o la sensación de velocidad están muy conseguidos, más aún si hablamos de dispositivos móviles, no consolas.
6. Rocket League. La idea de mezclar coches con fútbol sonaba arriesgaba, por no decir estúpida, pero sus desarrolladores consiguieron sacar oro a través de una propuesta explosiva. Partidos de cinco minutos, donde en vez de jugadores hay coches y un balón gigante. Rocket League se ha colocado dentro de los e-sports ?o deportes electrónicos? como un referente que atrae millones de jugadores de todo el globo a través de los torneos que se van sucediendo. Cientos de horas de diversión por 20 euros. Un clásico del futuro.