En A Malata el fútbol también para: los racinguistas, hijos del viento

Elba de la Barrera Agulló
Elba de la Barrera FERROL / LA VOZ

OPA RACING

Desperfectos motivados por el viento en A Malata en los últimos años.
Desperfectos motivados por el viento en A Malata en los últimos años. Collage

El desprendimiento de chapas o la inundación del césped, un temporal que capea el Racing de Ferrol desde la inauguración del estadio en 1993. Circunstancia a la que podría poner fin la renovación de la cubierta

26 ene 2025 . Actualizado a las 21:06 h.

«No hay nada menos vacío que un estadio vacío. No hay nada menos mudo que las gradas sin nadie». Lo tenía claro el escritor y amante del fútbol Eduardo Galeano y este domingo en A Malata, en torno a las 18.30 horas de la tarde cuando estaba prevista la celebración de la final por la salvación entre el Racing y el Burgos que fue aplazada a causa del temporal que azota Galicia, quedará patente una vez más.

El jolgorio habitual en los compases previos, la hilera de camisetas verdes tiñendo la cuesta de O Raposeiro y los improperios finales lanzados al frío aire de la ría de Ferrol fueron sustituidos por el silencio ruidoso del viento sobre la uralita de la cubierta de A Malata y el solitario cántico de la lluvia sobre el terreno de juego.

Un vacío que no lo es tanto porque en A Malata el fútbol también para y, desde la inauguración del recinto en 1993, el desprendimiento de chapas a causa del viento o la inundación del terreno de juego por las fuertes lluvias se han convertido en un temporal periódico para un Racing que hizo del recinto deportivo municipal su casa desde su construcción.

Un rápido repaso por la hemeroteca registra actuaciones de los bomberos a causa del viento en diciembre del año 2000 y también se hizo notar el Klaus en enero del 2009, con el desprendimiento de varias placas del lucernario que obligaron a reubicar a los abonados de Preferencia durante algunos partidos a lo largo de toda la temporada.

También en el 2017 los efectos del viento acabaron derivando en diversas chapas al vuelo en el fortín de la ría a comienzos del mes de febrero y en el aplazamiento del partido ante el Palencia en la Segunda División B (es, según recoge el historiador Jorge Deza, el único antecedente de suspensión por razones climatológicas en el estadio ferrolano).

El del Sevilla en el centenario

Quizás, pese a que no era un encuentro de carácter oficial, sea la cancelación del amistoso ante el Sevilla en el 2019 la más sonada. La climatología boicoteó el centenario del viejo Racing, con el club visitante ya en la ciudad.

También el curso del ascenso, la campaña 2022-2023, dispuso de su cuota de viento. En enero del 2023, sin afectar en este caso a la planificación deportiva, se desprendieron varias chapas de la cubierta del estadio.

La lluvia también marcó muy mucho al club en el comienzo del nuevo milenio. Las malas filtraciones hacían del terreno de juego en un lodazal y las especiales condiciones del estadio, muy próximo a la ría, derivó en la implementación de un sistema de drenaje ideado por el ingeniero José Manuel Calderón, que el club mantuvo en el verano del 2023 cuando se renovó el césped en atención a las exigencias de la Liga.

Y es que A Malata, para bien y para mal, no es un estadio más y así lo tuvo en consideración el juez único de competición para ratificar el aplazamiento del choque ante el Burgos.

Tanto es así, que hace más de tres décadas, se barajó la posibilidad de dotar al recinto de un cobertor similar al de los campos ingleses para salvaguardar el césped. Infraestructura que finalmente fue descartada.

Una constante, la del vuelo de elementos del recinto que podría estar viviendo sus últimos inviernos, en tanto que, en el marco del proyecto de la ciudad del deporte del Ayuntamiento de Ferrol, se proyecta licitar la obra de renovación del envolvente del estadio a lo largo del presente año, cambiando la cara y también la voz a un estadio que, al más puro estilo Galeano, vuelve hoy a hablar de sí mismo por mucho que el fútbol pare.

Si en el campo de El Plantío, helado en incontables ocasiones por las bajas temperaturas, se autodenominan como los hijos del frío, en A Malata, sin duda, la hinchada racinguista lo es del viento (y de la lluvia).