«I see you in London»

|BLANCA RIESTRA |

OPINIÓN

16 ago 2002 . Actualizado a las 07:00 h.

DE LUXE, ese grupo gallego que escucho desde hace meses en todas partes, nos da cita a todos en la ciudad de Londres. I see you in London , canción sesentera memorable. Pero Londres no destila sólo música. Londres es también la ciudad de la oscuridad y de la rabia contenida. Supongo que sólo los que han vivido alguna vez en Babilonia pueden comprender la furia de Bob Marley. Paseando por el South End, uno piensa irremediablemente en David Bowie, nacido hace más de cincuenta años en Brixton, el barrio jamaicano. Pienso en Ziggy Stardust y pienso en Marley cantando la unidad africana, la rebelión contra el dinero, la destrucción de un régimen que nos esclaviza. Pero esa revolución negra nunca llega; Babilonia ha conseguido sobornar al enemigo con pensiones y promesas de igualdad. Londres se pavonea pesada y húmeda. Londres es una ciudad gamberra, dura y grande, sólo en apariencia ordenada. En Londres las casas enmoquetadas resultan tristes, las televisiones están encendidas todo el día y los hombres de mediana edad en bata cortan el césped mientras fuman. Ya no he visto traza alguna de los Beatles (Carnaby street está ahora repleta de tiendas caras) ni en Candem Town se conservan huellas de los Kinks. He recorrido Portobello, he visitado el memorial a Dodi y a Diana en el sótano de Harrods. En el mercado super fashion de Spitalfields me compré unos zapatos de plástico. Fue cerca de Spitalfields, en White Chapel, donde en 1988 Jack el destripador descuartizó a sus cinco víctimas, y donde David Lynch rodó El hombre elefante . Paseando por Broad street, un día de lluvia, descubro la casa donde nació y murió William Blake (1757-1827) poeta y grabador de esas místicas Canciones de Inocencia y Experiencia que siguen siendo modernas y hermosísimas. Blake dijo: «Cruelty has a human heart/ and jealousy a human face» (La crueldad tiene corazón humano y los celos rostro humano). En Londres en estos días de agosto oscuro, los tabloides chupópteros desgranan la desaparición de dos niñas. Holly y Jessica tenían diez años y salieron al atardecer para comprar chicles.