Cuíña en la trama de la crisis

| ARTURO MANEIRO |

OPINIÓN

28 sep 2004 . Actualizado a las 07:00 h.

EL TIEMPO y las circunstancias van poniendo al descubierto la trama de la crisis del Partido Popular de Galicia, una crisis provocada simple y llanamente por la rebeldía de un sector. En esta trama aparece Cuíña y sorprende a todos: periodistas, dirigentes populares y alcaldes de Ourense fieles a Baltar. Sorpresa generalizada: la crisis no estaba provocada por las reivindicaciones de Baltar para lograr más atención a su provincia, de más inversiones en los municipios, de más autonomía para elaborar las listas. La crisis tenía una finalidad clara: Cuíña al poder. Toda la estructura de Baltar en Ourense debería estar al servicio de este objetivo, que tiene visos de venganza. Es lógico que se sorprendan al conocer que han sido utilizados de alguna manera. Todo parece indicar que la operación tiene como única finalidad satisfacer los intereses de dos personas. Para ello han llevado a cabo una rebelión interna en toda la regla, y las rebeliones en los partidos se suelen resolver con mano dura contra los conspiradores. Fraga puede caer aquí en la tentación de cerrar el conflicto favoreciendo a los rebeldes y perjudicando a los fieles. De hecho, la reunión del lunes no deja de ser un balón de oxígeno para Cuíña y Baltar, al mismo tiempo que deja en mal lugar a los vicepresidentes recién nombrados. Peor queda Jesús Palmou como secretario general del PP de Galicia, al dejarlo al margen de estas conversaciones. Es lógico que Fraga luche por lograr la integración de los sectores del partido, pero es de suponer que no lo haga a costa de castigar a los fieles. El acuerdo integrador no puede lograrse a base de ofrecer a los rebeldes una bandeja llena de cabezas (que en algún caso podría alcanzar el sentido más literal). Quizás Fraga debe acordarse en este momento de que Cuíña llegó a ser líder de Pontevedra, gracias a que él le dio la cabeza de Mariano Rajoy, y más tarde la de Romay Beccaría; y que Baltar llegó a ser líder de Ourense porque Fraga sacrificó a Tomás Pérez Vidal y le entregó todo el poder del PP a los centristas, quienes no hubieran ganado nunca unas elecciones con sus propias fuerzas. No debe olvidar tampoco en esta ocasión que el sector rebelde es el que ha perdido las grandes ciudades como Vigo, Pontevedra, Lugo o Santiago. Es decir, no pueden presentarse como los conseguidores de votos del PP, ya que ni siquiera el rural es de su dominio, sino de Fraga. En todo caso, queda claro que los dos que Fraga encumbró son los dos que ahora protagonizan la conspiración contra su protector. Mientras que los sacrificados en aquellas ocasiones actuaron, y siguen actuando, como caballeros de la política. En definitiva, todo el Partido Popular gallego, el de verdad, asiste en estos momentos perplejo y desconcertado. Si Cuíña y Baltar se presentan juntos, Fraga debería negociar con sus vicepresidentes al lado y con el secretario general del PdeG presente. En caso contrario, podría quedarnos a todos la impresión de que no estamos ante un problema político e institucional, sino personal. Quizás lo que está pasando ahora no es distinto de lo que sufrió en sus carnes Gerardo Fernández Albor, y a sus protagonistas no les espere otro fin que el de aquellos. Pero nadie quiere aprender.