Existen familias muy naturales

| ARTURO MANEIRO |

OPINIÓN

13 oct 2004 . Actualizado a las 07:00 h.

EXISTEN FAMILIAS que son muy naturales. Se han formado por padres y madres que tienen hijos de forma natural, sin intervención del laboratorio, de la probeta o de la selección genética. Les gustan mucho los niños tal como salen. Han disfrutado mucho viendo la primera ecografía de su primer hijo a las pocas semanas de existencia. No han querido que interviniera ninguna manipulación transgénica en el nacimiento. Son lo que podría denominarse en terminología actual, padres ecológicos. Existen familias muy naturales, donde el padre y la madre quieren asumir la educación de sus hijos sin delegar en el Estado. Quieren enseñar a sus hijos a convivir con personas que tienen otras ideas, es más, quieren que defiendan la libertad de los otros a pensar de forma distinta. Son familias en las que los niños aprenden a no hacer discriminaciones por razón de sexo. Los padres y las madres enseñan a niñas y niños a vivir en igualdad, sin que haya tareas de mujeres o tareas de hombres. Las madres son los seres más adecuados para enseñar a sus hijos a no ser machistas y a que las hijas no tengan necesidad de ser feministas. Hay familias así, donde podría decirse en la terminología actual que se vive la igualdad con toda naturalidad, aunque los chicos sean muy chicos y las chicas muy chicas. No esperan a que haya leyes que tengan que velar por una igualdad que se nos ha ganado hace dos mil años. Son conscientes de que estas cosas deben aprenderse en familia, no tienen que delegarse en el colegio. Son conscientes de que el esfuerzo es una inversión de futuro, para que no exista la denominada violencia doméstica, ni ningún otro tipo de violencia, ni mucho menos las guerras. Existen familias muy naturales que se preocupan por la enseñanza que reciben sus hijos en el colegio, por la calidad de los profesores, por los mejores métodos que deben ser aplicados en su educación. Son familias que promueven también una enseñanza diferenciada en esos años tan difíciles de la adolescencia, donde ellas maduran antes que ellos y no hay homogeneidad de metas, cosa que sucederá en la universidad. Son familias que quieren tener la iniciativa en los centros de enseñanza, incluso llegan a asociarse para crearlos. Están convencidas de que el Estado debe apoyarles en estas actividades si no quiere ser injusto. Es más, creen que todas las familias deben tener la oportunidad de llevar a sus hijos a centros docentes distintos de los oficiales, creen que no se respeta la libertad de los padres cuando sus hijos tiene que ir a un colegio público determinado o impuesto por cualquier entidad pública, sin que nadie se preocupe de la calidad de enseñanza que allí se imparte. ¿Por qué la igualdad no puede permitir que una familia con pocos recursos lleve a sus hijos a un colegio privado? La Administración pública puede pagarle ese ejercicio de la libertad auténtica. Existen familias muy naturales que quieren unas clases de religión bien enseñada, en la que los hijos adquieran conocimientos de la Historia Sagrada, del Nuevo Testamento , de las consecuencias buenas que todo esto tiene en el comportamiento humano. Deben ser unas clases de religión impartidas por personal docente especializado, que se crean lo que enseñan y que vivan de acuerdo con lo que enseñan. Un joven europeo no puede andar por la vida cultural de nuestro continente sin un conocimiento contrastado del Cristianismo, que es la raíz de toda la cultura europea, sobre todo ahora, cuando parece que el Islam es el futuro de España y de medio mundo.