Víctimas abandonadas

| ARTURO MANEIRO |

OPINIÓN

21 dic 2004 . Actualizado a las 06:00 h.

LA COMPARECENCIA de los representantes de las víctimas del terrorismo, y las afirmaciones del juez Del Olmo, pusieron de manifiesto la cruda realidad de que el nuevo Gobierno socialista tuvo abandonadas a las víctimas del atentado del 11-M durante unos ocho meses. Así fue reconocido de forma unánime por todos después del desgarrador testimonio de la presidenta de los familiares de la víctimas de aquel atentado. Casi nueve meses en los que, al parecer, no funcionó el mecanismo específico, creado para atender a estas familias. Fueron casi nueve meses de abandono. Quizás habría que decir más: nueve meses de funcionamiento irregular, ya que, según el juez Del Olmo, se dieron ayudas a los que no eran víctimas y no se atendieron a los que realmente lo eran; se han registrado descoordinaciones entre distintas administraciones, no ha habido centralización de datos. En fin, el informe memoria elaborado por el magistrado era casi demoledor para la Administración del Gobierno socialista. Después de esta memoria, vino la declaración de la representante de las víctimas del atentado de marzo para reafirmar todavía más esta situación caótica de atención a las víctimas y sus familiares. Pero no hubo ningún tipo de investigación sobre las irregularidades administrativas; no hubo ninguna asunción de responsabilidades por los ministros. No ha dimitido nadie, nadie ha cesado en su cargo. Y lo que había sido un desastre se convierte en un espectáculo. Se nombra a Gregorio Peces Barba Alto Comisionado y lo que era un grave abandono, un tremendo error, aparece en las pantallas como un talismán para resolver todos los problemas, una personalidad que va a dignificar a las víctimas. Algo así como aquellos programas televisivos en los que Isabel Gemio presentaba una desgracia familiar y la televisión se encargaba de resolver todas las calamidades, para regocijo de los telespectadores. Existen formas de gobernar y de solucionar los problemas de la sociedad que parecen ideados por un programador de televisión. No importa que las gestiones se hagan mal, no importa que salga perjudicada mucha gente, lo importante, lo que impacta, es el efecto final, el espectáculo. La audiencia sube a golpe de emociones, de impactos fuertemente sentimentales. Tampoco importa lo que pase al día siguiente, cuando ya no hay focos, ni cámaras, ni testimonios. Antes de que nadie piense o se le ocurra hacer un seguimiento serio, se busca un nuevo programa, un nuevo espectáculo, algo deslumbrante, con lentejuelas y espejos de colores. Pero, en el fondo de todo están esas víctimas que sufren calladamente el abandono administrativo, los retrasos en las indemnizaciones, el tráfico de influencias para que otros cobren indebidamente. Como no había cámaras, como no le había tocado el turno a la representante de las víctimas, a nadie le interesaba. Ocho meses son muchos meses de abandono. El actual Gobierno socialista se ha pasado mucho tiempo defendiendo su triunfo electoral gracias al atentado mientras no atendía a las víctimas y sus familiares como debería. Y no ha pasado nada, nadie es responsable. Todo quedará arreglado con Gregorio Peces Barba. Lo ha dicho el programador.