Bono y los derechos de las víctimas

| ARTURO MANEIRO |

OPINIÓN

25 ene 2005 . Actualizado a las 06:00 h.

NO DEBE haber nada más triste que ser víctima del terrorismo de ETA, tener que vivir refugiado en Madrid, y volver a sentirse perseguido por quienes deberían volcarse en su defensa. No hay nada más triste que encontrarse con una sociedad que defiende a las víctimas según sean sus ideas o la oportunidad política del momento. No debe haber nada más descorazonador que promover una manifestación de víctimas del terrorismo y encontrarse acusado de verdugo o violento. Tiene que ser muy mal trago huir del chantaje en el País Vasco, de las amenazas de muerte, y encontrarse con que publican sus fotos acusados de intento de agresión a un ministro, y volver a sentir el temor de las amenazas, y no de los etarras, sino del Ministerio del Interior que va a investigar. Es muy triste que un zarandeo al ministro de Defensa le robe el protagonismo a esa primera línea de la manifestación en la que desfilaban en sus sillas de rueda las víctimas de ETA dando la cara: Irene Villa sin piernas, junto con su madre y otros más a quienes los terroristas dejaron inválidos. Donde había madres, que había perdido a sus hijos asesinados ETA, esposas que habían quedado viudas gracias a los disparos o las bombas de ETA. Todo este caudal humano, destrozado, huido tiene mucho más valor que cualquier acción de unos energúmenos dispuestos a romper cualquier manifestación. El propio ministro Bono, que se introdujo en la marcha rodeado de cámaras y periodistas, debería haber tenido más generosidad, no echar leña al fuego, no robar el protagonismo de la marcha, devolver el apoyo a quienes lo necesitaban. Creo que Bono se equivoca. Se equivocan quienes buscan culpables entre los manifestantes, cuando existe el peligro de que los mismos asesinos salgan de la cárcel para reírse de sus víctimas. Sería muy importante en la vida política española que el PSOE no siga utilizando el zarandeo de Bono para acusar al PP o para buscar a militantes del PP en medio de los manifestantes, como si las víctimas del terrorismo pudieran ser ignoradas. Otros dirigentes socialistas han sido más generosos, como Rosa Diez, quizás porque ha sufrido en sus propias carnes, en la de sus vecinos, colegas, el golpe del terror. No se debe hacer caso a ninguna otra anécdota cuando lo que está delante es una marcha de víctimas del terrorismo. Cualquier sentimiento de malestar de las víctimas del terrorismo puede ser disculpada, tienen razones para sentirse mal, tienen derecho a aplaudir a quien quieran y abuchear a quien quieran. Lo peor de todo esto es que Bono ha conseguido que no se hable de las reivindicaciones de las víctimas, que no se hable de los vascos exilados en Madrid, que no se ponga en el lugar que merecen a las viudas de los asesinados, que hayan pasado ocultas las sillas de ruedas de los paralíticos del terror vasco. Todo un triunfo para ETA. No sé si Bono habrá pensado realmente en la trascendencia de su acción.